Interesantes reflexiones sobre adicción al sexo y los cambios de humor estacionales
En dos
entrevistas. A continuación
Entrevista a JOSEP MARIA FARRE; PSIQUIATRA DEL INSTITUT DEXEUS de Barcelona
«El problema en la adicción al sexo no es el impulso, sino el descontrol»
Este especialista del Institut Universitari Dexeus de Barcelona es una autoridad nacional en materia de sexualidad y, particularmente, en lo concerniente a la adicción al sexo. Ha participado en distintos estudios y ha publicado trabajos en revistas de impacto internacional pero humildemente reconoce que quien mejor ha prodigado la sensibilidad popular acerca de este tipo de adicción es el actor norteamericano Michael Douglas. «Muchos pueden pensar que la adicción al sexo es una suerte, más que un problema de salud; sin embargo, hablamos de personas que ven peligrar su estabilidad emocional, las relaciones familiares y sociales, trabajo o medios económicos por causa de un impulso imposible de frenar», explica.
La verdad es que la perspectiva de aparejarse con un adicto o adicta al sexo resulta, cuanto menos, atractiva...
Fantasías aparte, vivir con alguien incapacitado para llevar a cabo otras funciones que las sexuales resulta muy frustrante. Las parejas de los adictos al sexo experimentan una gran frustración y soledad.
¿No era Freud quien postulaba que todas las pautas de comportamiento parten de impulsos sexuales?
Fue una aportación interesante, por cuanto antes de Freud los médicos sólo calificábamos como vitales los impulsos de respirar, comer, beber, dormir, evitar el dolor o excretar... Fisiológicamente sería posible sobrevivir sin impulsos sexuales; pero hoy, y en parte gracias a Freud, no cabe duda de que la sexualidad dispone de un impulso clave en el comportamiento. Ocurre, no obstante, que el problema de los adictos no es tanto la intensidad de sus impulsos como la dificultad para controlarlos. Es ahí donde debe recalar la terapia.
Un celo sexual excesivo antes estaba mal visto, pero a la sociedad de hoy le atrae.
La frontera entre lo que está socialmente admitido y lo que no es sumamente heterodoxa. Incluso parafilias tales como el voyeurismo, fetichismo, froteurismo [excitación erótica mediante el rozamiento del órgano genital u otra parte del cuerpo con el de otra persona sin su consentimiento] o exhibicionismo, cuestan mucho de catalogar desde un punto de vista psiquiátrico como trastornos. ¿Qué es normal y qué no lo es? Tal vez lo único malo sea lastimar a alguien o lastimarse a uno mismo, y eso tiene más que ver con el control de los impulsos que con su intensidad.
¿Qué caracteriza a una adicción?
Las adicciones del comportamiento se caracterizan por una pérdida de control, una persistencia de la conducta pese a valorar sus consecuencias adversas, un deseo obsesivo de repetir dicha conducta (dependencia psíquica), síndrome de abstinencia y pérdida de interés por otras conductas previamente satisfactorias.
¿Padecen también síndrome de abstinencia los adictos al sexo?
Por supuesto. La abstinencia, en este caso, queda delatada por una cierta irritabilidad, ansiedad, náuseas, insomnio, temblores y cefalea; y todos estos síntomas remiten con una 'dosis' de sexo.
¿Cómo se llega a depender del sexo?
«La abstinencia al sexo queda delatada por una cierta irritabilidad, ansiedad, náuseas, insomnio, temblores y cefalea»
Primero se llega por una fase apetitiva, uno no puede sentir adicción por el sexo sin cierto gusto o curiosidad por llevar a cabo actos sexuales. Luego está la fase ejecutiva, en la que uno aprende a obtener placer de dichos actos y a repetir su ejecución de forma abusiva, hasta quedar literalmente exhausto. La demanda de satisfacción escala muchos enteros, a menudo resulta imposible mantener la actividad sin que interfiera con otros asuntos, por lo que el adicto se enfrenta tarde o temprano a la abstinencia y, por último, a una fase de adaptación en la que la adicción se mantiene, se agrava o se acaba abandonando.
¿Hay 'billete de vuelta', u ocurre como en el viaje de las drogas?
Las adicciones no mediadas químicamente plantean numerosas controversias de tipo moral, semántico y también clínico. ¿Un adicto al sexo es un enfermo o un degenerado? ¿Se trata de una adicción en toda regla o de una disfunción en el control de los impulsos? Podríamos demostrar que la química lo gobierna todo.
¿Todo?
Sí, incluso el enamoramiento. Por si no lo sabía, en la orina de los enamorados persiste mucha más feniletilamina que en la de los no enamorados. Sabemos que en los adictos al sexo se registra una disminución en los niveles cerebrales de beta-endorfinas y serotonina; aumentando, en cambio, los niveles de dopamina. La dopamina participa hasta tal punto en la gestión del placer, que podríamos decir que sin dopamina no existen sensaciones placenteras.
¿Cómo se identifica a un adicto al sexo?
Los adictos no reconocen con facilidad su adicción, por lo que se habitúan a mentir de forma también compulsiva.
¿Instalamos polígrafos en las consultas?
La pletismografía peneana [examen utilizado para medir los cambios en el flujo sanguíneo en el pene] es el mejor polígrafo para los adictos al sexo.
¿Y las adictas?
Hay más adictos que adictas, pero es su patrón de adicciones lo que les suele delatar. En el 2005 llevamos a cabo una investigación con 47 pacientes de sexo masculino y 8 de sexo femenino en la que demostramos la connivencia de la adicción al sexo con otro tipo de adicciones. La edad media de los pacientes era de 40 años y, puesto que las adicciones suelen comportar fuertes desembolsos, pertenecían a un sustrato social más bien rico. En 27 de estos pacientes identificamos adicciones a sustancias, destacando la cocaína y el alcohol; 18 padecían trastornos de índole depresiva y 15 eran, además, compradores compulsivos; 10 sufrían un trastorno de ansiedad generalizada, 9 bulímia, 6 practicaban ejercicio de manera compulsiva y 4 eran adictos al juego.
¿Personalidad impulsiva?
Sí, en líneas generales se trata de personas impulsivas e inseguras, con un cierto 'vacío existencial'. Tienen necesidad de practicar sexo de forma impulsiva y repetitiva, mecánica, a través de breves encuentros con personas anónimas. La psicoterapia de grupo suele brindar muy buenos resultados; les permite reestructurar sus vidas y adquirir técnicas de habilidad social y de solución de problemas. Aun así, también hay pacientes que recaen.
Siempre cabe la posibilidad de anular químicamente la impulsividad sexual...
La castración química se ha puesto muy de moda últimamente a raíz de la propuesta del Gobierno francés de castrar químicamente a los pedófilos. Mi opinión como psiquiatra es que esta opción tiene más de castigo que de medicina, puesto que al pedófilo castrado le seguirán atrayendo los niños aunque no pueda fornicar con ellos...
¿De qué agente químico se dispone?
En realidad, son varios los agentes para anular los impulsos sexuales. El acetato de ciproterona, antiandrógeno por excelencia, actúa bloqueando la recaptación intracelular de testosterona y disminuye el deseo, las fantasías y la necesidad de practicar relaciones sexuales o masturbación; sus efectos secundarios son toxicidad hepática y ginecomastia. El acetato de medroxiprogesterona, por su parte, acelera la producción de testosterona-A-reductasa en el hígado y aumenta la metabolización de la testosterona; pero, además de causar toxicidad hepática, causa también aumento de peso, cefalea y sofocos frecuentes. También pueden emplearse agonistas hormonales del tipo de la LHRH, diuréticos (flutamida), esteroides o inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS).
Patrick Carnes, uno de los principales expertos en adicciones sexuales del Reino Unido, sugiere que son varias las señales de advertencia en una adicción de este tipo. La sensación de que se está fuera de control, la intuición de que puede haber graves consecuencias si se continúa por ese camino, un desprecio del peligro o la realización de actividades de elevado riesgo, son algunas de ellas.
Cuando existe limitación de las actividades sociales a fin de pasar inadvertidos, el recurso a las fantasías sexuales como una forma de hacer frente a difíciles situaciones o sentimientos, la experimentación de drásticos cambios de humor en virtud de la satisfacción o no del apetito sexual y el empleo de cada vez más tiempo en la planificación, realización o disimulo de las extravagancias sexuales, se podría estar ante una adicción de este tipo.
Además, en los afectados es propio dejar de lado el cuidado del aspecto y la salud, las actividades sociales, laborales o familiares y el consumo ininterrumpido de pornografía. El propio Carnes llevó a cabo un estudio en Gran Bretaña con el que demostró que el 70% de los adictos al sexo reclutados padecía graves problemas de relación social, el 40% había perdido a su pareja, el 27% se había quedado sin empleo, un 40% (mujeres) tuvo que hacer frente a embarazos no deseados, el 72% exhibió una ideación suicida, el 17% intentó suicidarse y un 68% padeció infecciones de transmisión sexual.
Antonio Bulbena, director del Instituto de Atención Psiquiátrica del Hospital del Mar: «La luz se utiliza como terapia para la depresión en invierno y para la euforia en verano»
La luz y las condiciones meteorológicas tienen tan gran influencia sobre nuestro estado de ánimo que en determinadas estaciones del año empeoran ciertas enfermedades mentales. Sin embargo, hoy existe un tratamiento que puede ayudar a las personas que más sufren con los cambios estacionales. Es la luminoterapia. Antonio Bulbena, catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y director del Instituto de Atención Psiquiátrica del Hospital del Mar, explica en qué consiste.
¿Qué trastornos psiquiátricos están más relacionados con el clima?
El clima es una variable-resumen de todo lo que ocurre en un año en un lugar e incluye aspectos lumínicos y meteorológicos. Dentro del clima, los meteoritos, la lluvia y la humedad tienen más relación con la ansiedad, mientras que los cambios estacionales están más relacionados con trastornos afectivos.
¿A qué trastornos afectivos se refiere?
La euforia, la depresión y los trastornos bipolares. El más típico quizás sea la depresión, aunque, relacionado con las estaciones, incluso existe un trastorno llamado afectivo estacional.
¿En qué consiste?
El trastorno afectivo estacional se caracteriza por una caída del estado de ánimo durante el invierno, coincidiendo con una disminución de la luz, y una mayor dificultad para realizar distintas funciones, más lentitud, un bajo estado de ánimo y menos vida social. Pero, cuando cambia la luminosidad, a finales de la primavera y principios del verano, ocurre el efecto contrario. La persona que lo padece es capaz de moverse más y siente más euforia. No es infrecuente que en el invierno tenga más apetito y aumente de peso y que, cuando llegue el verano, baje de peso.
Sí, pero todo esto que usted dice quizás le suceda a todo el mundo en algún grado. ¿Cuándo se puede considerar que se trata de un trastorno y de que es patológico?
A veces este trastorno no es muy intenso y, a menudo, se ve gente que no lo percibe como tal. Y no suele consultar por ello. Pero si se acude al médico, se puede identificar. En algunos casos, puede haber depresiones más graves, endógenas, que precisan ingreso. Pero, cuando nos referimos al trastorno afectivo estacional hablamos de un trastorno menos grave. Afecta a en torno el 15% de la población de una manera u otra.
Puesto que es afectivo, ¿afecta más a las mujeres?
Sí, el trastorno afectivo estacional es más frecuente en mujeres, como la mayor parte de trastornos afectivos; al igual que la depresión y la ansiedad.
¿Qué efectos tienen en el humor el frío y el invierno y, a la inversa, el calor y el verano?
El calor y el frío tienen un efecto distinto. En el caso del calor, las personas con trastornos de ansiedad lo toleran peor, suelen tener una disfunción vegetativa más complicada; no es infrecuente que estas personas se encuentren agotadas. El frío es un aspecto menos estudiado. En cambio, se sabe que la luz tiene efectos sorprendentes e, incluso, se utiliza como tratamiento para la depresión o en personas más letárgicas en invierno y, en verano, en aquellas más eufóricas. A estas personas les proporcionamos una lámpara y mejoran.
¿Cómo funciona esta lámpara?
«El trastorno afectivo estacional, que afecta a un 15% de la población, se caracteriza por una caída del estado de ánimo durante el invierno»
La lámpara da una dosis de luz determinada y lo que hace es informar al cerebro, a través de la glándula pineal, como si fuera un ?despertador?. Actúa sobre la parte emocional de la persona. El paciente debe sentarse por la mañana frente a la lámpara para recibir el impacto de la luz. Debe hacerlo cada mañana, temprano, al levantarse, para sentirse más animado. Cuando se hace así, la eficacia sobre el trastorno emocional es muy notable. La lámpara estimula, a través de la retina, los núcleos supraquiasmáticos que sirven, a su vez, para estimular la regulación del ritmo biológico que nos mantienen despiertos o dormidos. De hecho, esta lámpara se utiliza en los viajes trasatlánticos; al cambiar de lugar, cambia el ritmo del día y esta lámpara permite sincronizar el reloj biológico.
Vaya, tal y como lo describe, parece la lámpara maravillosa de Aladino...
Es una lámpara que permite recuperar los ritmos biológicos. Cada persona somos parte de un entorno ecológico, pero la luz artificial hace que el cuerpo ande un poco despistado. Cuando vamos de excursión a la montaña, nos levantamos pronto para aprovechar la luz natural. Ir con la luz del día y de la noche es fundamental, pero el cuerpo está casi perdido. Esta lámpara nos recuerda que debemos responder a los estímulos naturales.
Pero, ¿estamos hablando de una lámpara cualquiera o de características especiales?
Es una lámpara especial que da un tipo de luz que se calcula en lux -unidad de medida- y que emite un espectro más completo de luz que las lámparas normales. Emite una luz de 10.000 lux a una distancia de 35 centímetros, y se debe aplicar más o menos durante una hora por la mañana. Ahora también se fabrica en España (por Yanche).
¿A qué y cuándo se aplica?
Depende del tipo de trastorno que sea. Si es para tratar la depresión estacional, se debe utilizar todo el invierno; si es para el jet lag, una semana. Lo cierto es que es curioso, pero la luminoterapia funciona.
¿Sí?
Hay artículos sobre luminoterapia publicados en revistas científicas. La prescripción al paciente aún parece rara, acostumbrados como estamos a dar medicación, pero lo importante es que funciona, aunque no es de uso universal. Se aplica desde hace quince años, que es cuando Rosenthal, [Norman E. Rosenthal, investigador del Instituto Nacional de Salud Mental (EEUU)], describió el trastorno afectivo estacional. Es un tratamiento que conocen muy bien los psicólogos y expertos en cronobiología, es decir, los que estudian los ritmos biológicos.
Cambiando de tema, ¿cree usted que el clima -el cambio de luz- también puede ser un detonante en la aparición del síndrome de Ulises en los inmigrantes?
No tiene nada que ver. Es otro trastorno que tiene más que ver con aspectos sociales y adaptativos.
Sí, pero ellos también deben acostumbrarse a un clima nuevo.
Sí, en efecto, esto es importante cuando se va de un lugar muy soleado y con mucha luz a otro lugar con poca luz. Pero el síndrome de Ulises, descrito por Joseba Atxotegui, es un trastorno diferente que tiene que ver con lo biológico, lo psicológico y lo social.
¿Qué se puede hacer para paliar los efectos del clima en aquellas personas que los padecen? ¿Qué hacen ustedes los psiquiatras? ¿Los visitan más a menudo en esa época?
Podríamos decir que hay dos tipos de pacientes. A las personas que tienen ansiedad se les proporciona un diario para que lo escriban cada día, de acuerdo con la meteorología. Se les pide que expliquen los días en que se sienten mucho peor. Hay personas con trastornos de ansiedad que antes de llover lo notan mucho y se sienten mal. Lo más importante es que sepan identificar lo que les ocurre; que sepan que son meteorosensibles, que disminuyan la alarma al respecto y que refuercen los tratamientos físicos, farmacológicos o de relajación. En las personas con trastornos afectivos, si saben que cada noviembre van a recaer, es importante que en esos momentos estén bien medicadas y que sigan bien el tratamiento con la lámpara de forma estacional para prevenir un agravamiento.
¿Cómo sabemos que somos meteorosensibles?
Tiene que ser la propia persona quien lo observe con los cambios meteorológicos, por ejemplo, si antes de llover se encuentra muy mal y, después, mejora mucho o cuando está nublado cambia su ánimo y cuando aparece el sol, se siente mejor.
¿Qué retos quedan pendientes en la investigación de esta asociación entre trastornos psiquiátricos y clima?
Las preguntas que usted ha planteado son las mismas que tenemos abiertas: ¿Quiénes son las personas meteorosensibles o sensibles a los cambios estacionales? ¿Qué hacer con aquellas que están más afectas respecto a esos fenómenos que, a veces, perciben de forma exagerada? Tenemos muchas preguntas a las que responder. Estamos empezando. El acervo popular sabe más y debemos poner la ciencia a su nivel.
La ola de calor que azotó España en 2003 ha sido uno de los fenómenos meteorológicos estudiados por los expertos. No sólo aumentó la mortalidad sino que también tuvo sus efectos en la salud mental de muchas personas. Las urgencias psiquiátricas se dispararon en los hospitales de Barcelona, recuerda Antonio Bulbena. Según un análisis pormenorizado de dichos casos, se observó que la mayoría de los problemas psiquiátricos que se veían en las urgencias se relacionaban con una mayor agresividad y el consumo de sustancias tóxicas.
El calor eleva la irritabilidad e incita a una conducta más agresiva, según un artículo publicado en Psychiatric Services por el equipo de Bulbena. Asimismo, es conocido que en la época del año de mayor luminosidad empeoran los cuadros eufóricos y maníacos. Mientras que los trastornos depresivos y de ansiedad, empeoran más en otoño, informa Bulbena.
Etiquetas:
Bienvenid@ a
La Comunidad de Sin-Límite
© 2024 Creado por Fundación TLP. Tecnología de