POR A. TRASTORNADA el 9 JUNIO, 2020 • ( 3 )
La antipsiquiatría es un movimiento orientado a la crítica de la psiquiatría dominante. El término fue acuñado en 1967 por el (anti)psiquiatra David Cooper. Aunque existe mucho escrito sobre el tema, a menudo se utiliza como un paraguas bajo el cual meter a toda posición crítica con la psiquiatría hegemónica.
En este post intentaré contribuir a clarificar la confusión que rodea a la antipsiquiatría. En ocasiones se incluye en ella a profesionales que no deberían, o bien se inserta en esa corriente al movimiento de supervivientes de la psiquiatría o al activismo loco (podéis leer sobre este movimiento en el post sobre activismo loco y en el post sobre trastornariado)
A continuación haré un breve repaso histórico de la antipsiquiatría clásica y la nueva psiquiatría. Aludiré al contexto social, relevante para comprender el objetivo de la crítica en cada planteamiento. E indicaré las distintas particularidades. Todo ello imprescindible para entender que no se trata de un movimiento homogéneo ni debe descontextualizarse para extraer algo así como la “esencia” de la antipsiquiatría.
Lo que sí debemos tener en mente es que hay un aspecto transversal a este movimiento, que es la crítica al modelo biomédico de la locura.
La antipsiquiatría clásica surgió en los años sesenta, en un contexto social que propiciaba los movimientos sociales de distinta índole. Eran tiempos de florecimiento de la contracultura, de movilizaciones feministas y anticolonialistas, de lucha por los derechos civiles, etc. Pensemos el Mayo francés del 68 como paradigma de este atmósfera contestataria y con ánimo de transformación social.
En esta época los locos eran encerrados en manicomios, psiquiátricos o asilos. En estos espacios se daba una radical segregación y un tratamiento explícitamente represivo. De ahí que se entendiera la psiquiatría dominante como un instrumento de opresión y control social. Y algunos psiquiatras decidieron posicionarse en contra y explorar vías alternativas a la deshumanización del loco por la psiquiatría dominante.
La antipsiquiatría se intentó en distintos países, pero dos de ellos han pasado a la posteridad como referentes de este movimiento: Inglaterra e Italia.
Se caracteriza como un “intento de interpretar las concepciones psiquiátricas de una forma distinta, limitando la función represiva del psiquiatra, sin negar sin embargo su papel profesional” (Antonucci).
Sus referentes son Ronald Laing y David Cooper, quienes desarrollaron comunidades terapéuticas al margen de los manicomios. Destacan las experiencias de Villa 21 (Cooper) y Kingsley Hall (promovida por la Philadelphia Assotiation).
Estas comunidades terapéuticas fueron muy cerradas, funcionando al margen del sistema sanitario público. Quizá por ello no tuvieron consecuencias en el modelo asistencial. Un elemento que marca una importante diferencia con la antipsiquiatría italiana.
El propio Cooper terminó criticándolas por ser “islas felices en un mundo donde todo sigue funcionando igual. De esta manera, la institución no está siendo atacada. La locura está siendo recuperada, encapsulada en el sistema y pierde su función subversiva”.
A pesar de esta crítica, el legado de Laing y Cooper, tanto a nivel teórico como práctica, es muy valioso. No solo muestran que es posible tratar la locura de forma no represiva y fuera de la lógica manicomial. También teorizaron sobre el concepto de “enfermedad mental” y “locura” desde un modelo que enfatiza la subjetividad del paciente.
La asociación automática entre el movimiento italiano y Basaglia resulta prácticamente inevitable. Este es el referente fundamental de lo que se podría denominar una antipsiquiatría anti-institucional.
La desinstitucionalización a la que aspiraban Basaglia y su equipo culminó con la Ley 189 (1978), también conocida como Ley Basaglia. Esta ley supuso el inicio de un proceso cuyo fin era el cierre de los manicomios. Este proceso fue gradual, duró más de quince años, abriéndose paralelamente centros de salud mental comunitarios a modo de una nueva red asistencial.
Sería injusto limitar la aportación de Basaglia y sus colegas al cierre de psiquiátricos. Sus trabajos en Gorizia y en Trieste suponen un trabajo que plantea objetivos que trascienden la mera crítica institucional.
En La institución negada se refleja claramente el mencionado propósito. En ella se transcriben las asambleas entre pacientes y profesionales, visibilizando hasta qué punto se tenía como objetivo la participación activa y subjetiva del loco y la crítica (compartida con los británicos) de su deshumanización o cosificación en el contexto manicomial.
Además, consideraba la locura como un problema que no afectaba únicamente a la disciplina psiquiátrica, sino a toda la sociedad. Muestran una intención de involucrar al conjunto de la sociedad en la cuestión de la locura. Se puede hablar de un cierto intento de politización de la locura (aunque distinta a la que los locos intentamos).
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Buenas noches, qué tal? Lo que yo entiendo por antipsiquiatría es que el individuo no necesariamente tiene que estar enfermo, sino más bien reacciona en torno a un contexto enloquecedor.
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