Borderline… Es una palabra curiosa. Cuando se lo comenté a una prima mía, nos reímos porque me dijo que me parecía a una canción de Madonna, menuda ironía.
Hace 3 meses que he sido diagnosticada como tal, además con una hiperactividad infantil que no fue diagnosticada y que me ha creado secuelas de concentración, memoria, etc.… Pero poco a poco se va solucionando.
Desde que soy consciente, no he sido feliz. Duele decirlo, duele sentirlo, y duele reconocerlo.
Siempre me distinguía por la callada, la malhumorada, la antisocial, la rara, la violenta, la que aprobaba raspado…
A los 3 años me llevaron a un psicólogo. En aquella época no se “estilaba” el considerar a un niño con problemas de hiperactividad o con algún tipo de trastorno psicológico.
He sufrido por todo. He sufrido por mi madre, por mi padre, por mi familia, por la niña de mi clase marginada, por el niño marginado, por los pobres de África, por todo…
Llegué a pegar a mi hermana verdaderas palizas, y es horrible pensar en ello. Sólo gritaba, mentía, mentía, mentía, huía de mis responsabilidades, huía de todo, y de mí, y me encontraba con la comida.
No tuve un problema grave con la comida. Desde los catorce años, empecé a hacerme heridas en la cara. Lo que para una adolescente era sacarse una espinilla, para mí era hacerme una herida de dos centímetros, una y otra, y otra vez… Luego comencé con el escote, con la espalda… y así llevo doce años. Y estoy llena de cicatrices.
No lo hago conscientemente, obviamente no lo hago en público, ni lo hago porque tenga algún recuerdo traumático en ese momento… se ha convertido en una compulsión.
No voy a echar la culpa a mi infancia, a lo que hizo mi padre, a lo que pasaron mis padres, a las crisis matrimoniales, no les culpo. Siempre les he perdonado. Sufrí por ello, pero no creo que haya sido el desencadenante de nada.
Partamos de que tengo una genética propensa a la depresión, que mi vida no ha sido estable.
Que nunca he sabido tener la mente en blanco, y nunca he sabido relajarme.
Suelo tener un sexto sentido. Saco las puntas a muchas cosas, pero no tengo dobleces.
Tengo un sentimiento de justicia bastante alto, no creo en ella, creo que la propia jurisprudencia es injusta.
Soy inteligente. Tengo un cociente intelectual bastante alto. Me hubiera gustado mucho haberme dedicado a la música… pero siempre me digo… “para qué”. Esta frase es mi VIA CRUCIS… “PARA QUÉ”.
He tomado decisiones tan rápidas como las he abandonado.
Soy incapaz de interrelacionarme con la gente… me pongo a la defensiva. A las chicas las tengo normalmente como enemigas. No sé si es porque estuve toda mi vida en un colegio de monjas y me juzgaron bastante mal, cuando yo no les hacía nada. Puede que venga de ahí.
Suelo darle vueltas a todo, soy muy retorcida y creo que se deduce de mucho de lo que he dicho.
No tengo paciencia. Un “no” es un “no”, y no me saques de ahí.
Es curioso, pero he estado 3 años mal medicada como depresiva, o con distimia, pero… ahora que sé lo que tengo… es cuando peor lo estoy pasando, y no sé por qué es.
Creo que quizás sea por frustración. He sacado demonios de debajo de la almohada y al mismo tiempo he hecho las paces con parte de mi pasado y con mis padres. Benditos padres.
Últimamente lloro mucho. ¿Por qué? Por el mero hecho de haber subido dos kilos… Por haberme gastado todos mis ahorros en un mes… por tener pánico a no querer volver a como estaba hace 3 meses y, sinceramente, me mata de miedo.
No quiero volver a intentar suicidarme. Lo preparé todo, el agua, la hojilla, las lágrimas, pero no tuve valor. Menos mal.
No soy valiente, simplemente, ahora intento seguir adelante principalmente por mis padres, y luego por mí. Dicen que soy demasiado buena… y que he mejorado muchísimo… el problema está en que “yo no me veo y nunca me he visto”, no sé quién soy ahora, pero sé lo que he sido.
No sé hasta qué punto soy yo misma. Me asusta saber hasta qué punto ha podido perjudicarme esta enfermedad. Me asusta descubrirme a mí misma, porque me he acostumbrado a vivir en la inquietud.
Estoy cansada… Siempre lo he estado.
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Muchas gracias por compartirlo. Estos dos relatos describen mi vida.
Me parece que tú al igual que yo y tantos otros por aquí somo el desagüe de toda la mierda inconsciente que nuestra familia no asume, simplemente la reprimen y nosotros somos la alfombra donde esconden lo barrido, los basureros de la familia en resumen, eso somos
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