LA DESHUMANIZACIÓN INSTITUCIONALIZADA DE LOS ENFERMOS
Los tontos no perdonan ni olvidan; los ingenuos perdonan y olvidan; los sabios perdonan, pero no olvidan.
La conciencia: hecha a partir de expectativas razonables; soluble en alcohol; destruida por las burocracias y otros tipos de colectividades
Para enfermar y morir como es debido hay que ser pasivo. La hipocondría y el "suicidio" brindan opciones porque sustituyen la pasividad por la actividad, la impotencia (o el miedo a ella) por el dominio (o la ilusión de tenerlo). De modo más general, alcanzamos el dominio "activo" de la enfermedad y la muerte delegando en los médicos toda la responsabilidad de su tratamiento, y exiliando a los enfermos y los moribundos en los hospitales. Pero los hospitales funcionan a comodidad del personal que trabaja en ellos y no de los pacientes: en un hospital no podemos estar enfermos como es debido ni morir decentemente; estas cosas sólo podemos hacerlas entre quienes nos quieren y valoran.
El resultado es la deshumanización institucionalizada de los enfermos, característica de nuestra época.