Abro los ojos y a través de la ventana medio abierta adivino que es de día. Me he pasado más de cuarenta y ocho horas en la cama, navegando entre sueños y vigilias, intentando forzar al tiempo a no avanzar; pero es imposible.
Por la claridad se deduce que hoy va a hacer sol, que la gente saldrá de casa con sus ropas más frescas en un intento de sofocar el calor que va a caer en este principio de mes de junio, aún desde mi cama, sólo pienso en que comienza otro día lleno de dolor, de soledad, de asco.
Obligado por mi perro me levanto para llenar su cuenco con agua fresca y ponerle pienso; el pobre perro, al final, también sufre las consecuencias de mi sinsentido o de mi “locura”. Mi mente empieza a funcionar y se va ordenando muy poco a poco. Debo ducharme, desayunar, hacer la cama, mirar si falta algo de comida para ir al supermercado; todas esas cosas rutinarias que forman parte del quehacer diario y que se parecen a mi ordenador cuando lo enciendo y va abriendo los diferentes programas que hacen que funcione lo más normalmente posible. Aún así me cuesta levantarme y mirarme al espejo. Tengo miedo. A pesar de llevar dos días sin comer no me apetece meterme nada en la boca, me da náuseas pensar en un bol con leche de soja y unas galletas o simplemente un café. Ahora empieza a hacer su aparición el asco y la rabia, contra nada, contra nadie, contra todo. El gran vacío que siento va tomando forma y se muestra ante la conciencia., también los recuerdos de lo último que hice, de las personas con las que hablé o de los sitios a los que fui; los sentimientos siguen creciendo, desbocados, como un auriga con dos caballos que tiran en direcciones contrarias mientras yo estoy en el medio intentando sobrevivir y no ser destrozado por esta fuerza que me arrastra y que no termino de entender.
Termino tomándome un café mientras enciendo un cigarrillo, sentado al borde de una silla en la mesa llena de papeles que he sido incapaz de ordenar. Mi mirada va de la taza al desorden y mi angustia aumenta por segundos. Hay un momento en que el silencio se adueña de todo; no oigo coches, autobuses, ni siquiera el canto de algún pájaro ni el subir de una persiana vecina. Me desconcierto más aún y aparece una “voz” que me dice que no tengo remedio, pero que roba una sonrisa. Me tomo otro café mientras el cigarro se va consumiendo lentamente y el humo sube verticalmente y se deshace en ondas que desaparecen en el aire.
Mi perro me mira, con esa mirada que me indica que entiende menos que yo lo que me pasa, pero que intenta transmitir que no me va a dejar solo, que me quiere a pesar de todo y una pizca de amor me llena el pecho.
Abro un libro “Me doy permiso para” y ojeo al azar alguna de las sentencias que contiene:
“ME DOY PERMISO PARA hacer “ruidos”: escribir, cantar, reír, suspirar, respirar, gemir, tararear, silbar…”
Lo cierro y vuelvo a encenderme otro cigarrillo sentado en la misma esquina de la silla, apoyado en la misma mesa donde sigue la taza de café medio vacía, con la mirada perdida y sin saber qué hacer, dónde ir, cómo empezar a vivir este momento de este día.
Pongo música; el piano de Chopin empieza a llenarlo todo; ahora la casa parece distinta, la luz y las notas la dan un tono triste pero hermoso, como uno de tantos amaneceres que recuerdo haber vivido serenamente y que me llenaban de serenidad. Intento encenderme otro cigarro pero decido no hacerlo; mejor me meto en la ducha, me apetece, ahora, sentir caer sobre mi cuerpo desnudo el agua tibia y dejar que se vaya mi malestar con ella.
No sé si comeré hoy ni si me decidiré a salir de casa o ha hacer una llamada de teléfono para hablar con alguien, sólo por escuchar una voz amiga al otro lado del teléfono, pero al releer esto que escribo para compartirlo con todas aquellas personas que me queráis leer, me doy cuenta de que aún tengo capacidad de demostrarme que sigo vivo, aunque me pese y que hoy no tengo derecho a maltratarme más de lo necesario.
Quizás un día de estos me despierte con ganas de seguir viviendo intensamente y se me ocurra algo mucho más positivo, alegre o creativo que plasmar mi dolor en unas letras y seguir sentado mirando el humo del tabaco desaparecer en el espacio.
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Hola, Vivo si estás, porque te leo, te leo perfectamente.... Y... bueno, eres bastante poético, literario, por así decirlo, Inteligencia y en el fondo vida y protección, en casa..: ¿Desorden?¿papeles? ¿Eso quiere decir que escribes cosas?¿te sirven de algo? ¿son revistas? ¿diarios? Yo reciclo los papeles... Depende lo que sean.
Me extraña que no tengas hambre, Dos días son muchos.Yo ya habría sentido algún tipo de run run en el estomágo. ¡Ya te vendrá, supongo, tarde o temprano! Y cuando quieras salir también ¿o no? hay un dentro de casa y un fuera de casa, pero ese es un paso que si cabe darlo se da, al menos en mic asa. Yo ahora voy a comprar membrillo, qué tontería hace más de 30 años que no como mebrillo... y mira, ayer hablé de esto y me hace ILUSION! Comprar membrillo: Son las cosas que te mueven... Te mueve querer hacer algo; comer el membrillo, comprar algo de comer, tomar un poco de sol, que es bueno y da color... mmm... Igual paso un rato por el gimnasio. Está relativamente cerca y me gusta quemar calorías... Cuidar un poco el físico, aunque a veces me cueste aguantar mucho rato andando en la cinta, lo hago con fuerza de voluntad. Y luego en casa, escribiendo, leyendo... En fin... Hay cositas. Un besín. Come algo... te Irá bien.
Por cierto, ME doy permiso para, lo he leído en este foro, sólo un fragmento. No sabía que era un libro. Interesante...
:)
Un buen comienzo, salir de casa, la ducha, la musica y pensar en positivo. No eres responsable del vacio de los sentimientos negativos. Has de aprender a dominarlo y que no te dominen. Terapias, herramientas para entenderte y salir por ti mismo de estas crisis. Todos pasis por lo mismo, con mas o menos intensidad.
Intenta comer algo, aunque sea un puro capricho que hace tiempo no tomas, en un lugar agradable y saca a pasear al perro que te necesita.
Procura hablar con alguien que veas tambien necesitado de afecto o compañia. Obligate a pasear con o sin perro.......no te encierres de nuevo muy pronto y no te culpes de loq eu hicistes o ddijistes. Eso ya paso.
Animo y procura cambiar el chip. Llama a un amigo/a ves a donde te sientas bien, Jardin, iglesia ????? lo que tu creas. Sientate a ver la gente pasar y piensa en mañana que sera otro dia en el que trabajar tu control emocional. ¿ Una buena pelicual ? has visto la del paralitico que tiene un negro muy simpatico que le ayuda y le hace sentirse bien, todo lo ve positivo y es una historia real.....es francesa. Los nombres se me escapan...algo asi como El invalido. Por ahora no se me ocurre nada mas. Un abrazo y pensare en ti para preguntarte mañana que tal te fue. ¿ Te metes en Facebook ? tambien va bien buscar amigos conocidos y explicaros algo....Un abrazo
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