Ayer tuve un día raro, raro pero consecuente. Todo lo que sube baja y la ley del muelle no es una simple teoría según me han informado. Lo aprendido es que no solo tengo que moderar las bajadas, también hay que controlar la velocidad de las subidas… Estas son directamente proporcionales y mientras me cachis en las matemáticas entiendo que aun sigo en la primera etapa, la de refrenar mis emociones.
“Parte sin remedio una nueva tormenta de verano, pasajera pero que deja mi tierra agrietada por los surcos por los que corre el agua.
Y maldigo la gravedad que hace de mis buenos momentos impulso para mis caídas, también a mi perversa enfermedad que me hace obsesiva y me atrapa en la ultima perdida mas allá del tiempo, incluso cuando el por que se ha esfumado en mi memoria dejando apenas la fantasía para que rellene las grietas que aun permanecen abiertas y a flor de piel.
Aun así debo reconocer que el tiempo ha hecho sus logro… a mi primer amor le escribí cartas durante diez años… ¿que son cinco meses comparado con eso?
Es que me ha bastado tropezar con una
canción y todos los recuerdos modelados con unas manos que solo buscan la belleza, se concentran en mis bolsillos como pesadas piedras que aceleran el descenso. Haciendo de este instante el principio de mis próximos diez minutos.
Y como una forma de aligerar la carga escribo compulsivamente canalizando mis impulsos por lugares más sanos que cualquiera de las opciones que brinda mi sentir.”
Y una post data, al elegir la imagen recordé que alguien me debe un reloj… es que si se es ilusa por lo menos que se note. jajaja
Besos desde mi alma presente y tranquila.
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