Escribo en la noche, en una de esas en que el sueño huye de ti y las lágrimas no te abandonan; no sé si alguien me comprenderá.
Solo en casa sin mi perro que murió hace un año, sin comida, sin voces de la tele, sin nada más que a mí mismo. Soledad, angustia, desesperación, rabia, ansiedad… por separado o todo junto; quizás alguien que me lea me entienda. Cargado de pastillas para bajar mi ansiedad, mi impulsividad o levantar mi estado de ánimo. Cansado; muy, muy cansado.
Hace un rato que he llamado al Teléfono de la Esperanza. No había nadie. O por lo menos nadie que atendiera a mi llamada en estas horas entendiendo cómo me encuentro. De nuevo me siento incomprendido y tengo ganas de cortarme. El dolor que siento cuando cojo las tijeras…. me relaja, me transporta a un estado sin dolor, me hace “sentir”. Piensa en el día en que todo esto se acabará, cesarán las noches insomnes con el sabor salado de las lágrimas que nunca cesan, en el dolor en el pecho o en la garganta, en la angustia vital que me invade siempre. Cuando me despierto siempre pienso lo mismo: “otro día igual”, y todas estas sensaciones me invaden a pesar de las pastillas que debo tomar en el desayuno. Y el asco. El asco que siento cuando me atrevo a salir a la calle y encontrarme con gente. Asco y rabia.
A veces creo que nunca podré salir de este pozo donde estoy metido, de esta concepción de percibir la vida, de estos sentimientos que tengo pero que siento ajenos a mí.
Contemplo por la ventana las luces amarillas de la ciudad mientras sigo con mis lágrimas y mi desesperación por no saber qué hacer ni con quién hablar a estas horas.
Quizás mañana sea un poco mejor. Un beso a quien me lea.
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Hola Vincent. Admiro la riqueza de tu lenguaje y tu capacidad para transmitir imágenes, sensaciones y sentimientos. Esa es una gran fortaleza en vos. Pero el riesgo que veo en esto es que te quedes instalado en tu malestar, que por lo que veo es bien grande. Me parece que a lo mejor te serviría empezar a intentar a caminar por la senda de hacer las cosas más simples, lo cual es complejo y creo que a tu mente tan brillante, puede atraerle. Ahora, a mis 48 años puedo comprender que he desperdiciado tanta energía y oportunidades estando preocupada y sintiendo miedo. Podría fijar una fecha y conmemorar todos los años el "día de mis idioteces", por ejemplo. Pero la verdad es que no me serviría de nada. Hay días en los que es un triunfo solo bañarse, habrá otros en que hay más energía y a uno le da para hacer muchas cosas. Pero una cosa clave para mi es proponerse bloques de tiempo para esforzarse. Pueden ser 15 minutos en lo que es muy importante estar "aquí y ahora haciendo eso". Me parece que te falta entrenarte en adquirir habilidades en "inteligencia emocional". Eso se hace al lado de alguien como un buen terapeuta en cualquier tipo de terapias, mirando videos, leyendo. Y lo de las pastillas se irá ajustando en la medida en que puedas progresar.También atender a tu padre, puede ayudare a distraerte de lo mal que estás. Pero cuando más te independices emocionalmente de él (es decir cuanto menos te pese lo que haga o diga), más avanzarás en tu vida. Te mando un abrazo
:(
¡Un beso! aquí estamos, a modo de tlf de la esperanza... Alguien cogerá alguna vez. Es bueno saberse apoyado.
Cuídate, besos.
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