Andamos inmersos, desde la noche de los tiempos, en un dilema, algo esencial que se nos escapa. Algo que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas y que forma parte de nosotros, intrínseco a nosotros: Ser o estar, estar y ser.
Somos lo que somos y estamos dónde hemos llegado. No sabemos que el símbolo que une estas nuestras condiciones, la pasarela que permite transitar entre el ser y el estar y así permitir que seamos humanidad,es el fuego. Sí, el fuego, ese fuego que fue tan vital en la noche de los tiempos, ese fuego por el que tanto se pelearon los hombres en el albor de la conciencia humana y que tan rapidamente hemos dado de lado, ignorado, como si fuera algo sin importancia. Sin embargo, es nuestro acompañante vital.
Es él, el que cuando salimos del vientre de la madre se enciende en alegre crepitar: es un fuego nuevo, joven, devorador. Empieza una vida y cada vida tiene su fuego por compañero. No lo sabemos, pero el está ahí, esperando que cada uno de nuestros actos le reavive, le proporcione nuevo combustible para que no se apague y con el nuestras vidas.
En la juventud ruge, chisporrotea y a veces nos sumerge, pues a veces vivimos en òsmosis con el y todos nuestros excesos son otros tantos espejos en los que el fuego se contempla, se gusta.
A veces el fuego se nos apaga al tambalearse nustras convicciones, al disminuir nuestra capacidad de amar, al almacenar rencores y resentimientos. Y es que, el fuego deja de arder cuando se enfria nuestra capacidad de apasionarnos.Se muere cuando nos bañamos en la indiferencia. Se agota cuando el escepticismo gana, una a una, las batallas que a lo largo de la vida libra contra nuestra razón de humanidad.
La nostalgia ya no es lo que antes era, pero hemos llegado hasta aquí atravesando tormentas, indecibles aguaceros y algún que otro dia de sol. Ahora llega el momento de hacer un primer balance de la vida de uno. Hemos llegado al fin de una etapa y hemos de encararla sin permitir que se nos apague nuestro eterno habitante: el fuego.
Durante estos años hemos hecho y deshecho tantas cosas...Hemos dejado en la cuneta tantos recuerdos, tantos seres amados u odiados, pero que han contado de manera importante en nuestras vidas. Hemos hecho proyectos. Algunos los hemos realizado, pues el fuego nos habitaba; otros no, pues en ese momento, seguramente no tenia la fuerza necesaria para que triunfaran. No importa, estamos aquí, porque somos lo que somos y ahora que empieza una nueva etapa en tu vida es el momento de ver el estado de tu fuego.
TANTAS Y TANTAS IMÁGENES QUE SE ESCONDEN EN ALGUNA PARTE, AL CALOR DEL FUEGO!!!
Esas imágenes que son retazos de vida, trozos de existencia pasada, pero nunca muerta, nunca olvidada. Que felicidad, en este momento de bifurcaciones, el poder recrearse y contemplar, rodeado de los que te aman, el desfilar de la vida, no con los ojos empañados de nostalgia, si no, llenos de felicidad y de deseos de vivir, llena tus ojos con el fuego que todavia incendia tu ser. No lo dejes apagar y concéntrate en ser, en esta tu nueva trayectoria que comienza, en esta vida nueva que empieza, la más ferviente defensora de ese fuego que no debes dejar que se extinga.
Que la naturaleza te acompañe y te colme de felicidad y que el fuego te acompañe por la eternidad.
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