Cartas para nadie 2

Si estuvieras en mi mente podrías ver que en ella se mezclan los mejores momentos que pasamos juntos, con aquellos en los que peor lo hemos llegado a pasar. Podrías ver esos recuerdos que me atermentan y que me hacen sentir que no me quieres se mezclan con otros en los que pensé que estaríamos unidos por siempre.

Yo no paro de preguntarme si fue real o sólo lo imagine porque yo deseé que lo fuera. No dudo de que tus hijos me quisieran. ¿Por qué sí dudo de ti y no de ellos? Sé que a David le costó mucho abrirse e imagino que ambos lo pasarán mal, cada uno a su manera, pues creo, aunque quizá también me lo haya imaginado, que conseguí tener con ellos una buena relación. Y creí que aunque sólo fuera por eso no romperías completamente el contacto conmigo: me equivoqué.

Y sobre ti... ¿Qué recuerdos me hacen dudar? Analizo cada momento que pasamos juntos, de comienzo a fin. Recuerdo las noches que trabajabas y yo estaba hundido en casa porque no quería eso para ti, porque creía que te merecías más. Sé que rechazaste mi ayuda al principio aunque luego la aceptaras, que si sólo hubieras querido aprovecharte podrías haberlo hecho desde el principio y no lo hiciste. Pero también recuerdo, ahora que te he perdido, esa conversación que tuviste con tu madre para estar conmigo. No dijiste que sintieras nada por mí, dijiste que yo te trataba bien y me preocupaba por ti. Analizo tus muestras de cariño y salvo el hecho de pedirme que yo te acariciase apenas las ha habido.

Sé que contrasta con Nochevieja, cuando pese a no estar a tu lado sí me sentí querido. Pero durante todo el año he visto que me pedías y que yo te daba, pero apenas recibía nada a cambio. Y no hablo de lo material, hablo del esfuerzo por hacerte feliz, de acompañarte a todas partes en tu lucha, de darlo todo por ti y de entenderte.

Algunas cosas son tonterías para ti y para mí son muy importantes: nos acostamos una vez este año y después de una discusión. Y antes de ello a mí se me caían las lagrimas desesperado por perderte otra vez y tú te reías. Son muchos detalles.

Demasiados detalles cuando tras ese momento me has puesto mala cara de forma constante y luego me cuentas como gracia que te has comprado un consolador. ¿Y si yo no quisiera acostarme contigo pero me comprase una muñeca hinchable?¿No te sentaría mal?¿No te sentirías despreciable? He sentido que te daba asco.

A eso hay que sumarle lo mucho que me ha agobiado quedarme sin dinero y tener que recurrir al refugio de mi familia. De saber que la gente que me daba de comer no te quería a mi lado, aunque lo callaran ante mí, de tener nueva medicación para intentar pasar el bache y que la respuesta de la persona que creí que sería mi esposa, mi familia escogida, sólo me diga que "siempre estoy así". Puede que me equivoque pero tras luchar por ti como lo he hecho, por vosotros, puede y sólo puede, que me mereciera un poco más de apoyo.

Y no olvido los momentos de risas, que también los ha habido. Y no te imaginas como te extraño cada día y lo mucho que me pregunto cómo estarás y que estará siendo de tu vida. Y sí, me dolerá verte con otro (¡joder!, simplemente el verte y que me no quieras saber de mí de ninguna manera me va a romper el pecho) pero mi mayor deseo es que te sigas valorando y no vuelvas atrás en todo lo que avanzaste este año, porque verte retroceder me mataría.

Sé que no me entiendes y que me huyes pensando que soy un loco... Y lo soy. Sé que llevo la ruptura con locura, pero con locura también te amé durante toda la relación y con locura te recordaré siempre.

Y con una locura que duele y me arrebata el aire, cada día soñare despierto que me vuelves a hablar y asumiré que es mentira, una y otra vez en un ciclo pernicioso en el que, pese al dolor, podré imaginar que no te he perdido del todo.