A lo largo de la historia el ser humano ha utilizado las sustancias tóxicas con poder para alterar la percepción de la realidad con diferentes fines, pero a menudo el fin último y de fondo ha sido el mismo: buscar una sensación personal que le acercara al Nirvana, al Paraíso, a un estado ideal de felicidad sin fisuras. Tanto da si nos situamos en la India, en Nueva York o en Barcelona, cambian las formas pero no el fondo.
Todos buscamos una pequeña porción del paraíso soñado, donde nada duele, el dolor y las dudas no existen y todo se ve más fácil y bonito.
Soñamos encontrarlo, pues a lo largo de la vida lo acariciamos, pero se nos escapa rápidamente de las manos. El estado de felicidad es de hoja caduca, va y viene, no se deja apresar. ¡Y es que la realidad es bien tozuda! Nos despierta del sueño una y otra vez, por más que la modernidad se esfuerce en inventar ingenios de todo tipo que supuestamente nos deben hacer más felices.
Una vez acostumbrados al "más fácil todavía" volvemos invariablemente a toparnos de frente con los conocidos vacíos existenciales.
Ante este desencanto, algunas personas tratan de retener y eternizar los momentos dulces, sin vacíos, que, artificialmente, les aporta el alcohol, la droga o el elixir de turno.
Ahora bien, este " pacto con el diablo " tiene un precio: la progresiva frustración en tanto que desaparecen los efectos " analgésicos " de la sustancia, teniendo que repetir entonces, cada vez con más frecuencia y finalmente de forma compulsiva la ingesta de una nueva dosis, a fin de restablecer con desesperación creciente el estado anímico deseado.
Es una dinámica que conduce a lo que llamamos adicción, de la que muchas personas consiguen curarse a pesar de ser una problemática compleja y grave. Eso si, habrá que comprender las motivaciones de fondo que llevan al consumo, aprender nuevas formas de procurarse bienestar, así como la ayuda del entorno y del profesional, pero sobre todo, se deberá estar dispuesto a madurar y afrontar la vida, con todos sus colores, de una vez por todas.
Ramon Torra
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica
Colegiado: 7244
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