La Comunidad de Sin-Límite

Hola os dejo un compendio de consejos
extraídos de la lectura de los libros de Marsha Linehan, Dolores Mosquera,la Asociación ALAI de Castellón, Randi Kreger, autora de "Deja de andar sobre cáscaras de huevo" y servidora.
Si os es de utilidad podéis imprimirlo. Un cordial saludo.


Ideas para familiares
Por Lauri.



Como consejo general, si tienes un familiar con TLP, es positivo que busques información y, tal vez, que hagas alguna terapia o seminario de ayuda para entenderlo y manejarlo.

Es positivo:
Saber de qué se trata
Saber cómo y por qué sucede.
Estar abiertos de miras, para entender que las cosas no siempre son como uno espera.

Y seguidamente, aprender a tratar con el trastorno, por un lado. Por otro, es frecuente elegir algún modo de hacerlo. Generalmente, a través de algún tipo de terapia, como algunas de las que aconsejan los profesionales especialistas, en centros públicos o privados.

Creo que también, y puesto que se puede sufrir por la relación con las personas con TLP, es recomendable mantener el pensamiento positivo. El libro “Deja de andar sobre cáscaras de huevo” ofrece notables consejos para parejas y familiares de afectados (ya que está escrito por una, justamente).

En este sentido:
No dejes de ver el lado positivo de tu familiar.
No te dejes hundir por los problemas que tiene.
Conserva y fomenta la esperanza en que las cosas vayan mejor.


Detectar el TLP

En muchos casos, los padres o familiares de una persona que va desarrollando un trastorno no saben qué es hasta que se manifiesta de alguna forma significativa, y es posible que cuando eso pase, no entiendan todo lo que le pasa en el interior de la persona que sufre.

Por ello, detectarlo, en primer lugar, y luego, informarse al respecto es importante.

El Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales (DSM) define el Trastorno Límite de personalidad (en el Manual CIE: Trastorno de Inestabilidad Emocional de la Personalidad) de una forma. Pero vale la pena considerar algunos de estos síntomas (bajo el punto de vista de ACAI, en este caso) que se pueden notar:

-Cambian mucho de parecer. Y pueden cambiar mucho de pareja. Iniciar y romper.
-No pueden controlar sus sentimientos y emociones. Pasan de estados eufóricos a depresivos en cuestión de minutos.
-Pueden tener dificultad para el estudio y la concentración.
-En ocasiones, su cólera domina su conducta.
-Descontrol en la alimentación. Anorexia y/o bulimia.
-Abusan del alcohol, drogas, etc.
-No suelen cumplir sus compromisos. Abandonan terapias, estudios, trabajos, etc.
-Tienen mucha inseguridad en sí mismos y mala autoimagen.
-Nada puede compensarles su gran vacío interior. Manifiestan, casi obsesivamente, deseos por una gran variedad de objetos. Una vez conseguidos ya están buscando otro nuevo objetivo que lograr.
- Son muy dependientes de las personas con las que conviven.
- La posibilidad de sufrir un abandono real o imaginario de las personas de las que dependen, o de enfrentarse a responsabilidades importantes, les puede crear situaciones de extrema tensión y violencia.
- Están en un casi constante estado de ansiedad.
-Son terriblemente receptivos y tienen una gran capacidad para la manipulación. En general, culpan de todos sus problemas a las personas con las que conviven.
-Degradan o ensalzan a las personas muy rápidamente.
-Algunas veces, sufren crisis de pánico.
-Algunos tienen una gran dificultad para retener los mensajes verbales o escritos que acaban de recibir. Y las personas que se relacionan con ellos sienten que no les escuchan.

Hay que recordar que la gravedad de los casos varía y lo que señaló Mónica Lavilla: que en algunos casos muchos síntomas sólo se ven en momentos de activación emocional y no siempre.


¿Cómo elegir terapeuta?

Está claro que, aparte de las ideas para cada cual, es posible que muchos familiares opten por poner en manos de un especialista en psicología o psiquiatría, a su hijo. Por fortuna, cada vez hay mejores recursos, mayor conocimiento y más asociaciones.
En ese caso, pueden considerar las ideas de la Fundación ACAI para elegir terapeuta:

- Iniciar la intervención a partir de la realización de un diagnóstico diferencial.
- Escoger la aplicación de un programa específico de tratamiento con eficacia demostrada.
- Priorizar la capacidad de empatía y flexibilidad del terapeuta por encima de su edad o su fama.
- Escoger un enfoque terapéutico global que incluya a la familia o personas del entorno mediante protocolos de actuación especialmente diseñados para el caso.
- Si eliges un equipo interdisciplinar más que un solo profesional, es conveniente que tanto el paciente como la familia dispongan de un profesional de referencia que coordine el caso y se mantenga a su lado, sin cambios, a lo largo del tratamiento, aún en caso de utilizar diversos dispositivos asistenciales.
- Asegurarse de que el equipo disponga de formación específica en el TLP y experiencia clínica contrastada.

¿Cómo ayudar a que un TLP elija hacer terapia?

A pesar de que afortunadamente, y como vimos en los testimonios, muchos TLPS, inteligentemente, hacen terapias y procuran cambiar y mejorar sus vidas, hay casos en los que se niegan o no quieren admitir que tienen la necesidad de ir a un médico. Las reticencias son comprensibles, dado el esfuerzo que conlleva, el posible estigma y la sensación de falta de libertad que se puede experimentar, tanto por la obligación que supone como por el hecho de tener que exponerse a otra persona, para reconocer ciertos problemas y recibir consejos.

Creo que en este punto, hay que destacar lo siguiente:

-Se le debe quitar importancia al hecho de ir a hacer una terapia porque puede ser uno entre tantos objetivos que tenemos en nuestras vidas, tan normal o incluso más enriquecedor que otros.

-De hecho, los psicólogos y psiquiatras hacen o deben hacer la labor de ayudar y de apoyar a los pacientes. Por tanto deben estar a su favor y no en su contra.

-Creo que siempre los familiares deben resaltar el lado positivo que tenga: que va bien, que se mejora y que no pasa nada.


Mejorar la comunicación familiar

En general Marsha Linehan explica que durante la educación de los hijos, los padres deberían validar y compartir los pensamientos y emociones que tienen con ellos. Esto es, en suma, tener una comunicación positiva con sus hijos y reflejar sus sentimientos para que ellos mismos se den cuenta de que los tienen. Sería ser un poco cómplices.

Puede que en algunos casos, si la infancia ya ha pasado, un hijo haya desarrollado diferentes problemas, por esa carencia de una comunicación positiva. Pero si acaso una dinámica puede cambiar, entonces vale la pena que los familiares (o allegados y amigos) tengan en cuenta este punto. Linehan ha sugerido que la gente con TLP a menudo proviene de "entornos anulantes" y que en caso de que hubieran sido “validantes” habrían desarrollado una personalidad diferente.

La anulación implica cosas como reprochar, ignorar o negar los sentimientos de los hijos. Por ejemplo, decirle a un niño enfadado que está mal sentirse enfadado o ignorar con frecuencia cómo se siente. Como en el TLP, las emociones son extremadamente intensas, la necesidad inmediata y la palabra "no" viniendo de sus padres equivale a un rechazo.
Si un entorno que anula a las personas es dañino, las personas con TLP de cualquier edad se beneficiarían de entornos más valorativos y de una relación terapéutica favorable.



¿Cómo se valida?

A la hora de tratarles y con vistas a un cambio y mejora, aquellos que pretendan ayudar a alguien con TLP deberían:

-No ser críticos sin más: prestar atención sin emitir juicios. Enseña Linehan: "No de por hecho nada acerca de quién o qué tiene la culpa. Solo escuche e intente entender, sin querer necesariamente resolver el problema de la persona".

-Ser empáticos: reflejar los sentimientos de la persona. Recordar que la gente con TLP a menudo tiene problemas para identificar sus sentimientos y pueden no estar preparados para analizarlos al calor del momento.

-Expresar preocupación y confianza: por ejemplo, los padres que, constantemente, se lanzan a solucionar los problemas de sus hijos pueden estar comunicando el mensaje “no puedes hacer esto tú mismo”. Vuestros hijos deben amoldarse al mundo, porque este no se va a amoldar a ellos. Así pues, una parte importante de la apreciación es expresar la confianza en las habilidades de vuestro hijo para resolver los problemas por sí solo. Los niños que empiezan a solucionar sus problemas ganan autoestima e independencia.


Dolores Mosquera, junto a otros autores, en su libro: Llenando el vacío: Un espacio para la familia destaca, igualmente, la importancia de mejorar la comunicación en la familia, ofreciendo sabias directrices.



Fomentar la independencia, apoyar

En la educación, un objetivo de los padres debería ser fomentar la independencia en sus hijos. Puede que sea más duro para los jóvenes con TLP realizar ciertas cosas. Pero, el trabajo de los padres es animarlos a ser tan independientes como sea posible. Si compadecen a un hijo y actúan por lástima para "ayudar", desgastan su independencia. Si hacen esto continuamente, a lo largo de años, crean una persona muy dependiente, explica Linehan.
El instinto natural de muchos padres es proteger a sus hijos con TLP de sus impulsos, miedos e intensas emociones. Pero, irónicamente, esto puede llevar a que un hijo se sienta dependiente o enfadado. Su rol es reconfortar, pero no arreglar. Estas son cosas aconsejables:


-Intentar que sea consciente de sus cambios emocionales y que intente controlarse. Así se frena una evolución negativa.

-Hacerle entender que se ha de hacer cargo de sí mismo.

-Resaltar sus logros diarios (eso refuerza la autoestima).

-Entenderle como un niño perdido que busca referentes en varias partes.

-Hay que entender que está asustado, vacío y lleno de dudas.

-Su inseguridad le lleva a que no le guste nada que le corrijan.

-Hay que ponerle normas para que controle su vida.



No hay que atribuir todo lo que pasa al TLP

Es frecuente que una vez recibido un diagnóstico, haya una tendencia del entorno a enjuiciar todos los actos de una persona como fruto de su TLP. Esto sería y es un error. Así lo resaltan muchos afectados, como hemos visto en los testimonios. Afortunadamente también he tenido ocasión de leer a familiares de TLPS que entraban a considerar este punto y lo han resaltado en sus blogs de ayuda en Internet. Hay emociones lógicas que responden a causas lógicas. Cuando se juzga a otras personas en función de prejuicios, en general, pueden ser poco acertadas las valoraciones. Y pueden crear impotencia e incomprensión en la persona que observa que no recibe una respuesta positiva y empática de su entorno.


¿Cómo reaccionar ante las expresiones de ira?

La asociación ALAI TLP, de Castellón, explica lo siguiente:

"Sabido es que uno de los síntomas más molestos de las personas afectadas de TLP, de cara a los demás, son los ataques de ira o amenazas y autolesiones, y que la mayoría de personas los tienen de manera inapropiada o habitual. Ante estos casos, en primer lugar, y en todo momento, lo más importante es mantener la calma, y no olvidarnos de que una persona con TLP tiene en esos momentos de crisis graves dificultades:

-En el pensamiento, es decir, en la forma de percibir e interpretar las cosas, a las personas y las situaciones.

-En el estado de ánimo, esto es, en la intensidad y adecuación de la afectividad y de su respuesta emocional.

-En el comportamiento, con posibilidades de tener reacciones hacia el entorno inadecuadas y exageradas.

-En las relaciones con los demás.

En los momentos en que la persona está alterada, irritable o muy nerviosa no se puede esperar que actúe con lógica, no porque no quiera, sino porque en ese momento no puede.

La mayoría de personas con Trastorno Límite de la Personalidad muestran dificultad para distinguir y poder respetar los límites propios y los de las demás personas (familiares, pareja, amigos...), por tanto, en estos momentos de crisis aún hemos de tener esta dificultad mucho más en cuenta e intentar estar dispuestos a escuchar y respetar la opinión y los sentimientos de la persona con TLP.

Hay que procurar:

-No ser críticos sin más

Bajo ningún concepto hemos de mostrarnos con respuestas hostiles o comentarios críticos y no dejar que se expresen, ya que, a veces, simplemente, necesitan contar lo que les pasa y obtener una respuesta de apoyo por parte de quien le escucha. En esas circunstancias, proponer soluciones del tipo “lo que tienes que hacer es...”. “Lo que yo haría es...” puede aumentar el malestar de afectado/a y generar una sensación de impotencia, ya que, siendo él o ella el principal interesado en su mejoría, la solución no la “encuentra” él mismo y eso genera más ira y desolación, porque en ese momento le parezcan metas inalcanzables.

-Huir del contagio emocional

No hay que dejarse llevar por el estado anímico del afectado, es decir, hay que huir del contagio emocional. Esto es uno de los procesos más difíciles de controlar por los familiares y parejas en las situaciones de crisis del TLP.
Al notar que los familiares se encuentran afectados, la persona empeora. Es un círculo vicioso. De esta manera, si la persona con TLP contagia las emociones se puede sentir culpable por “ser así” y hacer sufrir a sus allegados. Si es el familiar quién contagia sus emociones también puede mostrar culpabilidad por “no saber hacer las cosas mejor” y creer que es incapaz de seguir apoyando al afectado. Cualquiera de las situaciones puede llevarnos a rabia descontrolada, autolesiones, ira, agresividad…. Es necesario, por tanto, mantener una estabilidad emocional que transmita seguridad, tranquilidad y apoyo.

Estas herramientas ayudan a aliviar la tensión:

-Apreciar a la persona, a pesar de que odies los efectos del desorden cerebral.
-Mantenerse positivo.
-Reconocer la agitación y date un tiempo para evitar discusiones.
-No ser impaciente por los silencios y las reacciones retardadas, dejar tiempo para expresarse.
-Expresar las ideas de forma sencilla, sincera y específica".


Según Randi Kreger, en Deja de andar sobre cáscaras de huevo, “Durante un estallido de ira, lo mejor es retirarse, temporalmente de la situación” (…)

En muchos casos, aconseja alejarse para que no empeore la situación y propone mantener esta postura: “No seguiré debatiendo esto contigo si continúas chillando y gritándome. Estoy dispuesto a apoyarte si me puedes decir con calma qué es lo que quieres o necesitas”.


Algunas ideas para protegerse ante comentarios hirientes

Pensad en lo siguiente:

- Qué hay detrás del insulto. En realidad la persona con TLP que se enfada tiene mucho resentimiento que descargar. Y es importante que recordemos que no todos los ataques van dirigidos a nosotros, así que está bien detenerse un momento y tratar de descubrir su origen. Va más allá de la apariencia.
-Analizar el enfado.
-Hay que pasar. Del mismo modo que un conductor que se le cierra bruscamente no es su verdugo: tiene prisa por llegar por algún motivo. Hay que dejarlo pasar sin enfadarse.

Randi Kegrer recuerda: “No te tomes el comportamiento del TLP como algo personal”.

-Recurrir al sentido del humor.
-Quitar importancia al agravio. Las discusiones tienen fuerza solo cuando se les otorga. Al asentir ante las críticas, se anulan. Como se suele decir: “dos no discuten si uno quiere”.



Evitar la manipulación que conlleva la dependencia

Según el psiquiatra Vicente Rubio Larrosa es frecuente que las personas con TLP vean a los otros como un objeto manipulable. Y dice Marsha Linehan: “La manipulación inconsciente es, en realidad, dependencia”. Normalmente, se necesitan dos para que la manipulación funcione: el manipulador (a menudo, el niño) y el "manipulado" (a menudo, pero no exclusivamente, su familiar pero puede ser otra persona). Dado que la manipulación depende de que otras personas estén involucradas, es una conducta dependiente. Por tanto, se podría evitar no reaccionando a ciertas manipulaciones.

Lo complicado, a veces, es que la manipulación se disfraza de muchas maneras, explica. Las formas más sutiles pueden ser difíciles de detectar cuando un adolescente tiene un desorden como el TLP. Los padres se pueden compadecer de su hijo con TLP, cuando dice cosas como, "no puedo hacer eso...", “me da miedo…", “estoy aburrido de eso, por tanto no quiero...", “es que soy tonto por eso no puedo..."
Estas excusas pueden ser obstáculos para la independencia de los hijos, que deberían afrontar las consecuencias de sus propios actos.


Entender la autolesión

Un posible síntoma de TLP, poco comprendido, es la autolesión. En el foro Autolesión.com se ofrecen estas ilustrativas explicaciones que os traslado.

¿Por qué se autolesiona una persona?

¿Por qué alguien escoge hacerse daño físico a sí mismo? Debido a que la mayoría de la gente no se puede imaginar haciendo tal cosa bajo ninguna circunstancia, muchos piensan en la autolesión como una conducta “sin sentido” o “irracional”. Y a primera vista, en efecto, eso podría parecer.
Las razones pueden no ser claras o puede que no encajen en nuestro marco de referencia, pero existen, y el reconocer su existencia es crucial para entender la autolesión. El entender las razones detrás de un acto particular de autolesión ayuda a comprender las habilidades que están haciendo falta para manejar situaciones estresantes. Cuando sabes qué habilidades faltan, entonces puedes tratar de empezar a introducirlas.
Hay que tener muy claro que la gente que se autolesiona (o automutila) no piensa en función de que si dejan la autolesión estarían actuando de manera “normal”. La gente que se autolesiona no tiene alternativa, ya que siente que si no lo hacen van a perder control de la situación y posiblemente se tengan que suicidar. La autolesión se convierte en una elección forzada para hacer frente a sus miedos, angustias, tristezas.




Hay varias motivaciones psicológicas

Una gran cantidad de artículos proponen las posibles motivaciones que llevan a la conducta de autolesión (Miller, 1994; Favazza 1986, 1996; Connors, 1996, 2000; Solomon & Farrand, 1996; Ousch et al., 1999; Suyemoto, 1998; entre otros):

-Escapar del sentimiento de vacío, de irrealidad, de la depresión.
-Acabar con la tensión.
-Encontrar alivio: cuando las emociones intensas se van acumulando, la gente que se autolesiona se siente atosigada y no saben como hacer frente a la situación. Al causar un dolor, reducen el nivel emocional y fisiológico acumulado a uno que sea manejable.
-Calmar el odio: muchos autolesionadores tienen dentro de ellos enormes cantidades de rabia. Por el miedo a expresarla, se lesionan: Es su método de airear sus emociones.
-Abandonar el adormecimiento emocional: muchos dicen que para sentir algo y saber que siguen vivos, quieren sentir algo concreto y real como es el dolor físico de una auto-lesión.
-Estar en la realidad: para manejar los estados de despersonalización y disociación, un dolor físico puede hacerles volver a la realidad.
-Obtener seguridad o sentimiento de valía: la autolesión como herramienta que da seguridad y les da una sensación de valor.
-Lograr un estado de euforia, para lograr manejar la situación en la que se encuentran.
-Prevenir el suicidio.
-Forma de expresar dolor emocional el cual ya no pueden soportar.
-Influenciar la conducta de otros.
-Comunicar a otros la gravedad de su desesperación.
-Comunicar a otros la necesidad de ayuda.
-Expresar o reprimir su sexualidad.
-Expresar o manejar sentimientos de enajenación.
-Validar su dolor emocional: las heridas sirven como evidencia de que sus sentimientos son reales.
-Continuar con patrones de abuso: en lo general los auto-lesionadores sufrieron abuso (sexual, verbal o físico) en su infancia.
-Castigarse a uno mismo por ser “malo” o “mala”.
-Obtener un alivio bioquímico: hay la idea de que a los adultos que fueron repetidamente traumatizados cuando eran niños, les cuesta mucho trabajo lograr regresar a un estado base “normal”, y en cierto sentido, se vuelven adictos a estar en crisis. La autolesión puede perpetuar este tipo de estado de crisis.
-Desviar la atención (tanto interna como externa) de temas que son muy dolorosos para abordar o analizar: el dolor físico substituye al dolor real.
-Ejercer una sensación de control sobre el cuerpo de uno mismo.
-Prevenir que algo peor suceda.

Todas estas razones se pueden agrupar en tres categorías:

- Regulación de emociones. Uso de la autolesión (automutilación) para tratar de recuperar un equilibrio cuando se está frente a una turbulencia de sentimientos abrumadores. Esto incluye el poder reconectarse con su cuerpo después de un episodio disociativo, tranquilizarse en momentos en que se despiertan fuertes emociones o estados fisiológicos incómodos, validar el sufrimiento interno expresándolo de manera externa, y evitando el suicidio debido a lo incontenible de los sentimientos. En muchos sentidos, como lo dice Sutton, la autolesión es un “regalo de sobrevivencia”. Puede ser la elección más integradora y de auto-preservación que se tiene de una gama muy limitada de opciones.

- Como medio de comunicación. Algunos usan la autolesión (automutilación) como un vehículo para expresar cosas de las cuales no pueden hablar. Cuando se quiere comunicar con otros, se puede pensar que la autolesión es una manipulación; sin embargo en general la manipulación es un intento indirecto de lograr un cometido; si una persona aprende que un método directo de pedir algo es escuchado y atendido, entonces la necesidad de utilizar métodos indirectos decrece. Por lo tanto, entender que un acto de autolesión tiene el cometido de tratar de comunicar puede ser crucial para manejarlo de manera efectiva y constructiva.

- Para controlar o castigar. En esta categoría se incluye revivir traumas, regateo y los pensamientos mágicos (si me lastimo, entonces lo malo que me puede suceder no sucederá), proteger a otros, y autocontrol. El autocontrol tiene que ver con la regulación de emociones; de hecho casi todas las razones para autolesionarse en la lista coinciden en influir sobre el control de uno mismo.



Cuidar vuestros límites

Para los familiares y parejas de las personas que tienen TLP también es importante cuidar de sus límites. Del mismo modo que lo es para las personas afectadas de TLP aprender a establecer los suyos con las personas.
Randi Kreger en Deja de andar sobre cáscaras de huevo expone: “no te dejes atrapar por las acusaciones, culpas, demandas imposibles y críticas del borderline. En vez de absorber el dolor de la otra persona, intenta mantener tu propio sentido de la realidad independientemente de lo que la otra persona diga”.
También es destacable esta idea que nos ofrece: “Expresa confianza en que la persona puede aprender a hacer frente a sus propios sentimientos. Es importante que ofrezcas tu apoyo, y al mismo tiempo dejes claro que al final es el TLP quien debe controlar sus sentimientos y emociones”.

Para esta autora es importante que los familiares sepan dejar claros sus límites y obrar en consecuencia.


¿Qué hacer ante una autolesión?

Cuando te encuentres delante de una situación en la que un familiar, amigo o pareja se autolesiona y quieras ayudarle, el autor Tracy Alderman (en su libro Understanding and ending self inflicted violence, que se traduce como: “entendiendo y acabando con la conducta autolesiva”) ofrece algunos consejos útiles:

-Sé comprensivo sin reforzar la conducta. Según este autor, lo que no funciona nunca es el ultimátum (el castigo y el reproche de la conducta autolesiva).
-Pero deja claro que esa no es la forma en que puede conseguir que le demuestren amor y preocupación.
-Proporciona distracciones.
-Reconoce el dolor del ser querido.
- Ofrece apoyo y consuelo.

Por su parte, Randi Kreger aconseja lo siguiente:

No te responsabilices del comportamiento del otro.
No definas a las personas con TLP por lo que hacen (ese comportamiento de automutilación) sino por lo que son en conjunto.
No digas cosas para evocar vergüenza.


Hacer terapia familiar

Si una familia está dispuesta, le puede ayudar hacer una terapia familiar. Dolores Mosquera explica sus ventajas:

"Quiero resaltar la importancia del trabajo con familiares como complemento a la terapia individual. En determinados casos (sobre todo cuando el paciente convive o se relaciona con sus familiares o depende económicamente de ellos), esto es especialmente importante, porque el patrón familiar y las relaciones existentes interfieren en nuestro trabajo a nivel individual con los pacientes."

Según Dolores Mosquera, los objetivos que quiere conseguir el terapeuta con los familiares pueden ser los siguientes:

1) Conseguir que los familiares comprendan en qué consiste el trastorno, aprendiendo así qué rasgos y cualidades son propios de la persona y cuáles se deben al trastorno, y cómo pueden ayudar a la persona afectada.

2) Averiguar cuáles son los patrones de interacción (las formas de relacionarse) que están generando conflicto e interfiriendo o impidiendo la mejoría o recuperación, como pueden ser comentarios invalidantes, provocadores, hostiles, críticos, sarcásticos, conductas de sobreprotección, miedo a que el paciente se suicide, amenazas, chantajes emocionales, los ultimátum...

3) Proporcionar a la familia una guía de actuación útil para modificar este patrón, siempre respetando y adaptándose a la naturaleza de la familia.

4) Recordar a los familiares que esto es un proceso lento. Es necesario ir paso a paso y no forzar al paciente a hacer “vida normal” antes de estar preparado para ello.




Qué actitud adoptar cuando un hijo está en terapia

¿Qué actitud adoptan los padres ante un hijo en terapia? Y, ¿cuál sería la mejor?

Según esta psicóloga en la primera toma de contacto de los familiares, los padres acuden desesperados, comentan que llevan años así, que cada vez es peor y que no hay salida. Después de una entrevista y una valoración, se les explica el problema. Y, por lo general, reaccionan con agradecimiento, con alivio y esperanza.
Sin embargo, durante la terapia se suele encontrar con otras actitudes muy diferentes. Lo que en principio puede parecer un familiar desesperado y con muchas ganas de ayudar, puede resultar una relación patológica de co-dependencia que, inevitablemente, va a interferir en la terapia. Del mismo modo, lo que puede parecer un familiar distante, puede acabar siendo el mejor aliado y mayor apoyo en la terapia con estas personas.


Los familiares, durante la terapia, dice Mosquera, tienen tres formas típicas de actuar:

1) Los que siguen pautas y colaboran (agilizando así la mejoría de la persona).
2) Los que esperan a que “les quiten el problema” o “las tonterías de la cabeza” e intentan mantenerse al margen.
3) Los que permanecen críticos a cualquier cambio y temen perder su papel de cuidadores.

“Esto último suele ser frecuente entre madres. Por lo general, cuando estas madres empiezan a ver cambios, se suelen asustar y rechazar cualquier pauta o sugerencia. Esto tiene una explicación muy lógica: Tienen terror al cambio y a lo desconocido y, en ocasiones, a perder su función de cuidadores. Si han dedicado su vida a cuidar y a proteger al paciente, ¿cuál sería su papel si este mejora, se vuelve independiente y ya no necesita toda su atención y cuidados? Es común, en esta circunstancia, ver que cuando el paciente mejora, el cuidador empeora, y viceversa. Ejemplo de familiar: “Cuando mi hijo mejoró tanto, yo caí en una profunda depresión”.

Señala Mosquera: “A veces, aún teniendo la certeza de que quieren que el paciente mejore y se recupere, tengo la sensación de que es como si estuviesen esperando a que se meta la pata para poder decir: “ves como no va a cambiar nunca”, “si ya te dije yo que esto no podía durar”, “la única que lo puede aguantar soy yo, que soy su madre”.

Continúa Dolores Mosquera: “Mi intención no es ofender a ningún familiar que se sienta identificado con algunos de estos comentarios o comportamientos. Simplemente, destacar que el entorno familiar juega un papel vital en la posible evolución y mantenimiento de la mejoría de estos pacientes y que, al igual que he dicho en relación a los terapeutas, no es suficiente con tener buena intención para poder ayudarles. Los familiares necesitan ayuda para sacar provecho de esa buena intención y poder así ayudar a la persona con TLP”.

“Al principio, cuando el problema es muy evidente (autolesiones, conductas peligrosas para el afectado o sus allegados, intentos de suicidio, etc.) los familiares suelen estar muy atentos e intentan apoyar a la persona en todo lo posible. Sin embargo, cuando la persona ha adquirido un mínimo de estabilidad y tranquilidad y deja de presionarse o machacarse psicológicamente, o no lo manifiesta porque está intentando pensar de forma más positiva (algo que se trabaja en terapia y que es difícil de lograr), la mejoría se da por hecha y son los propios familiares los que empiezan a presionar e incluso a exigir que la persona reanude sus actividades y ritmo de vida “normal”. Si este intento de “sanación” no es abordado a tiempo, lo que realmente ocurre es una recaída instantánea”.

“Si el paciente ha mejorado lo suficiente para hablar, claramente, acerca de sus sentimientos, intentará clarificar las cosas y dar su propio punto de vista. En este momento, los familiares pueden reaccionar de diversas formas: entre ellas, darse cuenta de lo que acaba de ocurrir y apoyar al paciente, o ponerse a la defensiva y contestar con frases del tipo “si lo sé no te digo nada”, “si no voy a poder hablar contigo o decir lo que pienso, muy bien no estás”... generando así una confusión y culpabilidad en el paciente que le puede llevar a un descontrol y sensación de “no poder hacer nada bien” o “para esto me he esforzado tanto”.




Estas son algunas ideas a tener en cuenta acerca de la mejor forma de apoyar a un familiar en terapia por TLP:

-Aconseja ser prudentes y no cantar victoria muy rápido. Es un proceso lento y que lleva esfuerzo, no se cambia de la noche a la mañana.
-Aconseja no hacer comparaciones con otras personas.
-Aconseja que no se inmiscuyan en la terapia de su familiar.

Veamos cada punto:

Respecto a tener prudencia ante los resultados de la terapia, señala que no hay que cantar victoria muy rápido, porque es un proceso lento y que puede haber recaídas:

“Lo que suele pasar es que los familiares, al ver que el paciente ha mejorado en muchos aspectos de su vida y la relación terapéutica es constante (acude a terapia de forma regular, hace los ejercicios e incluso parece “contento” y animado con las cosas que va aprendiendo en la terapia), se crean unas expectativas poco realistas en las que pretenden que la persona generalice de forma inmediata esos logros al resto de su vida “si eres constante para ir a terapia, también lo puedes ser para ir a trabajar”, “si te centras haciendo los ejercicios del programa, también te puedes centrar para estudiar”. Aunque el objetivo es que el paciente generalice esos logros al resto de su vida, necesita tiempo para poder hacerlo.

Las comparaciones no sientan bien porque hacen que las personas se puedan sentir rechazadas:

Según Mosquera: A veces, también hacen comparativas entre sus compañeros de grupo y personas “normales”. Por ejemplo, en una ocasión, el hermano de una paciente le dijo que no debería acudir al grupo y que tenía que empezar a relacionarse con gente “normal”, pero no se dio cuenta de que así estaba llamando “anormal” a su propia hermana, que también formaba parte de ese grupo. Este tipo de comentarios pueden hacer mucho daño y descontrolar mucho a los afectados cuando todo parece ir bien y la mejoría es evidente.

Mostrar interés por el trastorno, hablar acerca de su problema y/o sus compañeros de grupo, es bueno, porque significa que lo entienden o que tienen interés por llegar a comprender lo que está ocurriendo para poder cambiarlo y mejorarlo. Acudir a terapia de forma regular, mostrar interés y hacer los ejercicios no sólo es bueno, es todo un logro por parte de las personas con TLP.

Como tercer punto, la terapia es algo personal de quien está en tratamiento y por tanto no hay que inmiscuirse en ella preguntando a los profesionales acerca de los temas privados de los que hablan o poniendo en duda el interés del paciente en ella, por ejemplo. Lo indica Mosquera.

Dice esta psicóloga que “es muy importante recordar a los familiares que la terapia es algo muy personal entre el paciente y el terapeuta y que, en caso de que surjan dudas acerca del proceso terapéutico, lo mejor es comentarlo con el terapeuta, antes de transmitir sus propias dudas o miedos a la persona afectada y provocar o desencadenar una recaída, un retroceso e incluso un abandono de la terapia. Puede que también resulte extraño para algún profesional que un paciente con este trastorno se involucre tanto en la terapia, pero lo cierto es que, desde que trabajo con ello, uno de los problemas que ha surgido y en el que he tenido que intervenir ha sido aclarar que la relación terapéutica y el interés por parte de los pacientes en el programa de tratamiento es algo positivo, no negativo”.

No dejéis de cuidar de vosotros mismos
Por último, explica Mosquera que es frecuente que algunos familiares de personas con TLP antepongan las necesidades de ellos a las suyas propias y afirma que esto es un error:
“Algunos familiares sienten que tienen que estar las 24 horas al día “por si pasa algo” y aunque esto es admirable, no siempre es recomendable. Sí se recomienda estar disponible pero también diferenciar entre situaciones de urgencia, situaciones de riesgo y aquellas que pueden esperar.
Sobre todo, interesa considerar esto: “Plantearnos la posibilidad de cuidar o ayudar a los demás, pero al mismo tiempo, tenemos que cuidar de nosotros”…
“En resumen, para que las cosas funcionen, es fundamental prestar atención a la propia vida y a su cuidado y así poder ayudar de manera más efectiva y no sobrepasarse o sobrecargarse: De esta forma, tantos ustedes como las personas con Trastorno límite aprenderán a fijar y a respetar límites y es más probable que aprendan a solucionar las dificultades sin tanto desgaste emocional para todas las partes implicada, evitando así que toda la relación se deteriore”.
Para finalizar, Randi Kreger también recuerda que es importante no perder el humor y el pensamiento positivo.

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Gracias Lauri muy bueno, lo voy a imprimir!! Sera de gran ayuda!

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