Cuando sentimos temor, o nos sentimos desafiados o no estamos centrados en nuestra propia naturaleza interior, tendemos a ponernos a la defensiva. Así, usamos diversos mecanismos de defensa como la justificación, la racionalización, la negación, la culpa, etc.
Defendernos (incluso contra aquello que podríamos considerar malo) no permite que nuestra alma y nuestra mente crezcan. Nos impide evolucionar, madurar, nos bloquea el crecimiento personal. Abrirnos y darnos permiso para expresar nuestros sentimientos son acciones mucho más poderosas que estar a la defensiva.
No podemos estar al a defensiva y crecer, al mismo tiempo. Este es un principio de la naturaleza. Para poder crecer necesitamos realizar un acto de fe, un salto al vacío: necesitamos aprender a confiar en nosotros mismos.
Piense en alguna situación en la que usted esté, actualmente, a la defensiva y decida abrirse y confiar en su propio poder personal y la comprensión que yace en el interior de su ser.
A veces, las personas están tan acostumbradas a reaccionar de manera defensiva que ni siquiera se dan cuentan de cuánto se han cerrado. Esto bloquea el crecimiento. La apertura emocional nos libera de este bloqueo y nos invita a aceptar que el mundo no es perfecto, que debemos confiar en nosotros mismos, a pesar de sentir temor.
Evalúe una situación dada, y si lo considera adecuado, baje la guardia y arriésguese a confiar en usted mismo.