El trastorno límite de personalidad (TLP) ocupa un lugar cada día más relevante en el día a día de los profesionales de la salud mental. Las organizaciones que lo trabajan llevan ya años advirtiendo de que los casos aumentan, excediendo a veces sus capacidades, y actualmente estiman que afecta a entre un 2 y un 5% de la población adulta general (así lo recoge, por ejemplo, la Fundación de Familiares y Enfermos de Trastorno Límite de Personali...).
Se trata de uno de los principales trastornos de la personalidad, que está detrás de entre un 10 y un 20% de los atendidos en centros de salud mental en Madrid (según el último estudio sociológico que elabora la citada fundación) y que está marcado por una alta tasa de suicidio (hasta un 10%). Afecta principalmente a población joven, de entre 15 y 30 años, y más a mujeres que a hombres (hasta un 75% de los pacientes son mujeres).
"Sienten una gran sensación de vacío"
De cara a entender las claves tras este aumento de casos, debemos tener en cuenta algunos puntos clave en la conceptualización clínica del trastorno. Por ejemplo, es importante saber que actualmente sigue existiendo debate sobre su definición precisa, y que de hecho la que a día de hoy se utiliza de manera estandarizada no se sentó hasta el año 1980. Igualmente, hay que destacar que es un trastorno con una alta comorbilidad (coincidencia con otros trastornos en el mismo paciente) cuyos síntomas pueden parecerse a los de otras condiciones psicológicas y psiquiátricas.
Así lo explica a 20minutos Elena Guerrero, directora de la Asociación Océano TLP. "Los trastornos de personalidad son trastornos que implican un patrón estable de conducta, disfuncional a lo largo del tiempo. En el caso del TLP, es el más inestable porque precisamente se caracteriza por inestabilidad afectiva, labilidad emocional, (tendencia a cambiar rápidamente de estado emocional), alta impulsividad, imagen inestable de sí mismo (por tener una identidad difusa: no saben lo que quieren y no pueden definirse por quienes son o que les gusta)".
"Como consecuencia, sienten una gran sensación de vacío que definen como angustia o dolor intenso. Son personas con una alta hipersensibilidad y dificultad de regulación emocional", añade.
"El TLP tiene una alta tasa de comorbilidad con otros trastornos clínicos, como TCA (Trastornos de la conducta alimentaria), el TCI (Trastorno del Control del Impulso), Trastorno de Ansiedad, Trastornos depresivos, etc. e incluso con otros trastornos de personalidad, de ahí su dificultad diagnóstica", aclara.
"El TLP no entiende de clases"
Sea como sea, la experta destaca que "el TLP no entiende de clases ni estilos": "No hay un estilo de vida concreto que esté ligado al TLP, solo algunos factores de riesgo. Además, el ambiente y el acceso a un buen tratamiento también influyen en su desarrollo".
"Es decir, que no hay un perfil de paciente concreto, sería más correcto que hay diferentes perfiles de TLP", dice. "Uno con más peso biológico, que se solapa más con enfermedades mentales como el trastorno bipolar (a veces pueden convivir juntos en un paciente); de un perfil más madurativo que depende más del tipo de vínculo con las figuras de crianza; y el TLP de vínculo desorganizado (relacionado con maltrato, negligencia o abusos) que se solapa con trastornos disociativos y con estrés postraumático".
"Para entenderlo necesitamos una perspectiva biopsicosocial. Son diversos los factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad: biológicos (genética, herencia...), psicológicos (conductas, emociones, pensamientos...) y sociales (oportunidades educativas, pobreza, desempleo...), desarrolla.
"Se aplicaba a pacientes difíciles"
La definición y características del trastorno (y su historia en el mundo de la clínica) y los factores que lo favorecen son vitales para entender por qué podría estar dándose ese aumento de casos que las asociaciones acusan. "Consideramos distintos motivos por los que la incidencia diagnóstica está en alta", afirma Guerrero.
"En primer lugar, el TLP es un trastorno de estudio relativamente reciente, en el que ha habido poco conocimiento y formación sobre él. Hace 20 años, por ejemplo, se trataba como una 'caja de pandora' y, además, generaba mucha resistencia entre los profesionales porque se aplicaba a pacientes difíciles, con altas tasas de autolesión y riesgo suicida. Afortunadamente, cada vez hay más estudios sobre él y se nos demanda más formación", detalla.
"En segundo lugar, como ya he comentado, es un trastorno de dificultad diagnóstica por su alta comorbilidad. Los pacientes pasan por un largo periplo y recorrido de profesionales; hilando con lo anterior, esto también está cambiando", indica.
"Vemos adolescentes que cumplen criterios diagnósticos de forma muy virulenta"
"En tercer lugar, creo que en la sociedad contemporánea estamos educando jóvenes frágiles, que crecen con las redes sociales desde muy jóvenes y poca presencia de los padres en las casas, lo que dificulta la puesta de límites (no hay que olvidar que la intolerancia a la frustración es uno de los criterios diagnósticos) y, por tanto, no se desarrolla un yo lo suficientemente fuerte para sostener las emociones", sigue.
"De hecho", matiza, "aunque no se puede diagnosticar un trastorno de la personalidad antes de los 18 años, estamos viendo adolescentes que cumplen criterios diagnósticos del TLP, y de forma muy virulenta".
"Son personas que han sufrido mucho"
En opinión de esta experta, el hecho de que a día de hoy entren dentro del paraguas del TLP realidades que antaño no hubieran sido consideradas como tal es algo positivo para quienes las viven. "Que el diagnóstico de TLP haya sido tardío", expresa, "no quiere decir que las personas que lo padecen no hayan sufrido mucho por sus síntomas y manifestaciones clínicas. Muchos han ido de un lado a otro sin algo claro, y ha habido muchas pérdidas personales en el camino".
"Muchas de estas personas sienten alivio cuando saben que lo que les ocurre no es que sean 'bichos raros' o 'malas personas' (como a veces ellos se definen), sino que tienen un trastorno de base que poca gente entiende", agrega.
Al fin y al cabo, el TLP es un trastorno que tiende a afectar profundamente el aspecto social de una persona, recalca. "Tienen poca tolerancia al rechazo, mucho miedo al abandono, su sensación de existencia depende mucho de la mirada del otro, pueden tener accesos de ira... Algunos son muy fóbicos socialmente hablando y nunca terminan de sentirse a gusto con nadie y en ningún lugar, no se sienten integrados".
"Pueden tener problemas para mantener trabajos o estudios estables, ya sea por la parte conflictiva o por la identidad difusa; tienen problemas consigo mismos por su parte más autodestructiva y pueden ser muy autocríticos", ilustra Guerrero.
"Sin embargo", aclara, "muchos logran mantener áreas de su vida sanas (trabajo, estudios, familia...) bien por los tratamientos como la psicoterapia, bien por los apoyos sociales o bien porque su perfil no es tan grave".
El diagnóstico de un paciente es igualmente algo positivo para sus familiares las personas cercanas, dice, ya que permite la psicoeducación, la búsqueda de ayuda profesional, la búsqueda de información y, en general, entender el comportamiento del ser querido.
"Cada vez sabemos más"
Esta terapeuta considera, entonces, que en definitiva la profundización en el estudio del TLP tendrá repercusiones positivas. "Cada vez sabemos más", afirma, "y eso permite tratamientos especializados, profesionales más preparados, actuaciones preventivas más tempranas, más concienciación...".
"La dirección", concluye, "siempre ha de ser la detección temprana, la psicoeducación y la formación especializada para que los tratamientos sean eficaces y enfocados específicamente al TLP".
Referencias
Lo más leído
Fundación AMAI TLP. Estudio sociológico sobre el trastorno límite de la personalidad (2019). Consultado online en https://amaitlp.my.salesforce.com/sfc/p/#1t000000tSy1/a/1t000000oO0...