En los años setenta, un joven doctor en Biología Molecular del MIT, Jon Kabat-Zinn, exploró una práctica relajante –inspirada en meditadores monásticos budistas– que bautizó mindfulness (atención plena): desfijas la atención de tus pensamientos para llevarla a tu respiración, tu cuerpo, tu momento viviente, ¡a tu ser! Y así reduces ansiedad, estrés, angustia, depresión: ¡la neurociencia lo ratifica! Su discípulo Demarzo aplica la atención plena a la medicina preventiva y clínica, invitado aquí por el doctor Luis López al máster en Relajación, Meditación y Mindfulnessde la UB (masterremind-ub.org). Autogenia: genero mi propio bienestar, deseo bonitas cosas para ti y para mí.
¿Qué es la atención plena?
Un estado mental en que eres plenamente consciente de ti.
¿Y en qué consiste eso?
Ni te agobian pasadas vivencias ni te angustian pensamientos anticipatorios.
¿Calma interior, pues?
Sí, plena, aquí y ahora. Estás bien, y a voluntad. Lo generas tú desde dentro: autogenia.
¿Puedo conseguirlo?
Pues claro, con un par de sesiones de entrenamiento y algunas semanas practicando.
¿Y cómo sabré que he conseguido la atención plena?
Lo sentirás dentro como un “¡eureka!”. ¡Así lo sentí yo! Es lo que yo andaba buscando...
¿Qué buscaba?
Soy médico y buscaba un modo de empoderar a mis pacientes para que sufrieran menos ante sus dolencias. ¡Y lo encontré! La atención plena ( mindfulness, en inglés) es una herramienta muy benéfica para el paciente.
¿Qué beneficio reporta al paciente?
Hay prueba neurocientífica: experimentos de neuroimagen que muestran que ocho semanas de práctica diaria de atención plena incrementan la espesura cerebral.
¿Espesura cerebral?
Multiplica la densidad de conexiones neuronales en varias áreas del cerebro: en la corteza prefrontal, por ejemplo.
¿Con qué consecuencias?
La corteza prefrontal te habilita para planificar, tomar decisiones, memorizar, concentrarte, tener conciencia corporal... ¡Todas esas capacidades se refuerza, por tanto!
Pues no me vendría nada mal.
Vemos claras mejorías en pacientes con diabetes, hipertensión, ansiedad y depresión.
¿Qué tienen en común esas dolencias?
Un estrés crónico. Por eso mejoran. ¡Y también los afectados de dolores crónicos!
¿La atención plena es analgésica?
El dolor crónico puede llevarte a la catastrofización: aumentas tu sufrimiento preguntándote “¿y por qué yo?”, autoinculpándote...
¿Y la atención plena lo palia?
Evita ese cuadro de sufrimiento añadido. Igual con la depresión: en personas con tres cuadros depresivos, practicar la atención plena... reducirá la reincidencia ¡a la mitad!
¿Más o menos eficaz que los fármacos?
Exactamente igual..., pero sin ningún efecto secundario indeseable. ¡Por eso propongo aplicar la atención plena en hospitales!
¿Entrena usted a pacientes?
Y a médicos, por su propio bien y para que ayuden a sus pacientes. Y así todo mejora.
¿Cuál es la técnica?
Fíjate en tu respiración. O mira pasar tus pensamientos, como si fuesen nubes. O imagina que estás muerto...
Vaya.
Esto lo hacían ya los estoicos griegos, para bien vivir... Practicas el desapego. Y así ves tus esquemas mentales, esos que te llevaban a actuar reactivamente a tu entorno.
¿Y de este modo dejaré de reaccionar?
No serás ya reactivo: serás activo, controlarás. Harás lo que te beneficie, basta de espasmo incontrolado: eso es ser consciente.
La atención plena ¿en qué le mejoró?
Mejoraron mis relaciones conmigo mismo. Y con las personas de mi entorno: pareja, familia, trabajo. Y además... ¡dejé de fumar!
¿Lo pretendía usted?
Me disgustaba fumar, pero era incapaz de dejarlo. Ya ni lo pretendía. Y practicar la atención plena... ¡me hizo repugnante fumar, sin pretenderlo! Y lo dejé, así, sin más. Otros meditadores adelgazan, se tonifican... Ser consciente del cuerpo ¡te lleva a respetarlo!
¿Maltratamos el cuerpo con la mente?
Mira qué dijo un indígena mesoamericano: “El hombre blanco está loco: ¡ha llegado a creer que se piensa con la cabeza!”. Es una verdad honda. La atención plena consiste en recuperar la totalidad de tu ser.
¿En qué casos la recomienda más?
¡En todos! Suele acercarse quien tiene una motivación íntima fuerte: sobrellevar mejor un dolor, sufrir menos, sentirse más feliz...
Pero el sufrimiento va con la vida.
¡Muy bien dicho! Y aceptar eso es lo primero. Pero lo segundo es desear minimizarlo. Y ahí entra la atención plena. Esta mañana, por ejemplo, he perdido el tren: ¿me he amargado por eso? ¡No! He sonreído y he reservado para el siguiente.
¿Y así con todo, Demarzo?
Así con todo, aceptación activa. ¡Aprende!
¿En qué ámbitos sería más benéfica la atención plena?
Hospitales, aulas académicas, oficinas, empresas, entrenamientos deportivos, tribunales, comisarías, cárceles, parlamentos...: ¡todo mejoraría! Un grupo de 130 parlamentarios británicos está estudiando llevar la atención plena al sistema de salud pública.
¿Qué persona es la más consciente de las que haya conocido en su vida?
Jon Kabat-Zinn, el médico fundador de la atención plena para reducir el estrés... ¡Pero más aún el Dalái Lama, ese tipo que siempre sonríe y jamás se aburre!
Al amigo Donald Trump... ¿podría mejorarle un poco la atención plena?
Trump es reactivo, compulsivo: ¡un espejo de lo que somos! Tú... sonríe y practica la pausa revolucionaria: escucha... y espera antes de contestar. Mejórate a ti mismo.
Etiquetas:
Bienvenid@ a
La Comunidad de Sin-Límite
© 2024 Creado por Fundación TLP. Tecnología de