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María, yo soy madre de una niña de 23 y niño de 16. Cundo supe que estaba embarazada fue una noticia maravillosa (fue difícil conseguirlo), y al mismo tiempo aterradora.
Siempre que me ha ocurrido algo maravilloso he tenido mucho miedo a perderlo por lo que siempre estoy en lo alto de un precipicio y no disfruto al cien por cien de las cosas buenas que te da la vida.
En el caso de la maternidad, siempre tuve miedo de no estar a la altura. Sobre todos tenía miedo a comportarme como mi madre (posiblemente TLP). La creencia de que la madre carga con todo lo que implica tener una familia y como consecuencia sufrir el riesgo de convertirte en una persona triste que no puede evitar pegar, insultar y estar siempre en la cama llorando.
Es que siempre me he visto un poco como mi madre, la he odiado con toda mi alma y la he culpado de todas mis tristezas por que ella me hizo triste por sus malas acciones. Después he culpado a mi marido por todas mis tristezas.
Por todo esto, tuve la precaución de estar en contacto con un psicólogo infantil para que me ayudaran en el proceso de educación de mi hija (con el niño fue mas fácil), para no pasarme en tolerancia o en exigencia. No puedo evitar estar siempre en los dos extremos en la mayoría de las situaciones...
Mi trastorno ha dado la cara hace dos años con un intento de suicidio. Hasta entonces, mis amigas que tienen hijos más pequeños, admiran el tipo de educación que habiamos dado a nuestros hijos. Siempre han destacado por ser extremadamente educados, muy conversadores con los adultos y con unos resultados académicos envidiables.
Aún así en los últimos cinco años he tirado la toalla, he perdido los papeles y me he comportado como un Bordeline de libro. Gracias a Dios, he dado con un psiquiatra que ha sabido definirme y aunque ha sido un palo, también ha sido la salida a este laberinto en el que me he encontraba en los dos últimos años.
Todo esto para deciros, que se puede ser madre y muy buena madre, en mi caso, criando a mis hijos en la autoestima, procurando no perder el rumbo y cuando lo he perdido, he recurrido siempre un un psicólogo infantil para que me orientara.
El amor lo puede todo.
Un abrazo.
Creo que lo harás bien, María, Si esa es tu voluntad.
Como señalas es cierto que en el TLP hay grados. Que hay quien está peor o mejor. Es así. También es cierto que los diagnósticos a veces tienen límites no muy claros, como dices. A mi me parece lo humano y natural. Humano, porque las personas somos complejas, no nos puede definir unicamente los síntomas de TLP. Son una parte de la persona pero no toda, claramente.
COn respecto a lo que leas, pues hay que ser críticos, porque no es solo las madres, tambien s los TLPS, personas afectadas se les atruibuyen muchos males, y yo he conocido gente encantadora, aparte de aquella que luchando se ha salido de muchos problemas y que tira para alante. De modo que si es tu caso, puedes sentirte orgullosa. Es mi opinión.
La pareja de la que hablas que te agredió, no es el padre, ¿no? Un abrazo grande.
Bueno, pero está lejos? para empezar. En otro país o donde tu vives? si es una relación que ya terminó, y encima, estás ahora con otra persona y esperando un bebé, puede sacar el hocico por donde quiera, yo creo que eso está ya pasado, y si no le haces caso, aún mejor. No pasa nada. En todo caso, si sabe que tienes nueva vida pues no tiene nada que hacer, aunque yo no le daría explicaciones.
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