La Comunidad de Sin-Límite

Si empezamos a coger de un sitio y de otro, desde varios puntos de vista el tema de malos tratos, nos encontramos:

Gente que ha surfido malos tratos en su infancia...

Gente que ha sufrido malos tratos con su pareja

Gente que es mal tratadora...


Encontramos también que malos tratos guarda relación con...

La poca tolerancia a las frustraciones (y que se debería de tener para ir bien, por así decirlo...)

El poco control de la impulsividad

Con la ira, la rabia, la frustración...

La autoestima

 

En suma, este tema sale muy a menudo y guarda mucha relación con tlp... Es para reflexionar

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Este hombre siempre encuentra respuestas y explicaciones a las cosas interesantes. Aquí trata de las relaciones de pareja y los malos tratos. Está bien.

 

Amores que matan.
De José Luis Cano Gil .

Las consultas de psicoterapia están llenas de personas, sobre todo mujeres, que se lamentan de ser "adictas" a relaciones amorosas que no funcionan, ya sea por insatisfactorias, negativas o incluso claramente destructivas. (Muchas mujeres víctimas de malos tratos pertenecen a este grupo). La pregunta es inmediata: ¿por qué no pueden alejarse, no rompen sus ataduras emocionales con personas en las que no hallan felicidad alguna? La respuesta es muy simple, aunque poco recordada: estas personas no huyen de sus parejas precisamente porque son desdichadas gracias a ellas. Esta paradójica actitud se debe a un fenómeno clásico en Psicoanálisis y muy típicamente humano: la ambivalencia emocional.
Todas las personas, en efecto, amamos y odiamos simultáneamente a los demás en función de lo que, a nuestra vez, hemos sido amados o desqueridos. Es imposible amar sin odiar y viceversa, incluso a nuestros seres más íntimos, pues ambos sentimientos son inseparables. Esto es la ambivalencia afectiva. Y el hecho de que habitualmente reprimamos u olvidemos nuestros odios "inconfensables" no los anula, sino que a menudo les abre el camino a formas más sutiles o complejas de expresión y descarga. Una de estas formas son precisamente los "amores que matan".
Cuando un niño o niña no es querido adecuadamente, o si sufre malos tratos, experimenta un gran odio inconsciente contra sus padres, de los que sin embargo no puede prescindir, y también un gran sentimiento de culpa, pues cree ser "merecedor" del desamor que padece. Así su corazón aprende a asociar su desesperada necesidad de amor con la rabia y la baja autoestima y, en la vida adulta, ya no podrá amar sin volver a mezclar esos tres ingredientes. Más aún, buscará y se aferrará precisamente a personas que le provean de ese tipo de vinculación anómala, es decir, que lo humillen y lo hagan sufrir y a las que, por tanto, podrá odiar libremente permitiéndole, así, descargar vengativamente todos los rencores acumulados en la infancia. En algunas personas predomina el aspecto "sádico" (activo, agresivo), en otras el aspecto "masoquista" (pasivo, víctima).
¿Cuál será el resultado de todo esto? La persona afectada, aunque necesita ansiosamente amor y sufre muchísimo porque no lo recibe de su pareja, en realidad tampoco está en condiciones de disfrutarlo aunque sí lo recibiera, y de hecho lo sabotearía hasta destruirlo si así fuera, pues una parte de ella desea secretamente seguir íntimamente sola, infeliz y continuar su guerra sin fin contra el amor y el otro sexo. De ahí la proverbial desconfianza, agresividad, inestabilidad y espíritu litigante de muchas de estas personas y, contradictoriamente, su enorme dependencia emocional del amor que mata. Allí donde otra persona rompería fácilmente con su enemigo, estas personas pueden aferrarse a él durante años. Pues se trata, en definitiva, de repetir lo aprendido en la infancia ("el amor consiste en ser despreciado y agredido"), de seguir atrapado/a en el círculo vicioso
 
"te odio porque me maltratas pero tampoco quiero que me ames pues desconfío del amor y no lo merezco"
 
y de realizar el perpetuo y ambivalente "quiero/no quiero ser amado/a". Y ¿quién mejor que un buen enemigo para lograr todos estos fines? No es que no puedan romper con él, es que no quieren.
Esta ambivalencia extrema forma parte, por ejemplo, del trastorno límite de personalidad (TLP). También interviene en el conocido fenómeno de "enamorarse de la persona equivocada", en los amores basados en las continuas broncas, celos, etc ("nos peleamos porque nos queremos"), en muchos malos tratos domésticos (de ambos sexos), en las relaciones inestables o promiscuas, en las dificultades para hallar pareja, etc. La única forma de superar todo esto, generalmente con ayuda de psicoterapias psicodinámicas, es concienciar y liberar las enormes cantidades de amor-odio inconscientes acumuladas desde la infancia, explorar cómo el sujeto se aferra y a la vez sabotea el amor, y recuperar mediante un aprendizaje gradual la confianza en el amor, la autoestima y el derecho a la felicidad.

http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/jlc/011.html

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