Esquivar o equivocarse en el diagnóstico del TLP es prolongar el sufrimiento de los niños y sus familias.
El TLP sigue siendo un diagnóstico muy controvertido en la adolescencia, a pesar de que el Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales (DSM-IV) de la Asociación Psiquiátrica Americana, que cubre todos los trastornos de salud mental, permite el diagnóstico del TLP en adolescentes. El DSM-IV es el manual de médicos, psiquiatras, psicólogos, terapeutas y trabajadores sociales utilizado para diagnosticar esta enfermedad.
Los médicos esgrimen dos principales razones para no hacer el diagnóstico en los adolescentes. En primer lugar, los especialistas dicen que es difícil distinguir entre los síntomas del TLP en los jóvenes y el comportamiento de un adolescente normal. En segundo lugar, señalan que la personalidad de los jóvenes no se ha desarrollado plenamente y que alguien que diagnostique TLP en esa etapa, significa estigmatizar injustamente al adolescente. La mayoría de los médicos esperan hasta que las personas cumplan dieciocho años antes de hacer el diagnóstico.
Otros médicos que tratan a adolescentes informan a los padres que ellos simplemente no pueden diagnosticar a un joven con Trastorno Límite de Personalidad o que los niños al crecer mejorarán su conducta. Todavía otros médicos comentan que no quieren decirles nada a los padres acerca del TLP por temor de que se molesten, y que un diagnóstico de Trastorno Bipolar o de Trastorno de Hiperactividad y Déficit de Atención (THDA) se “verá mejor” porque son mucho más fáciles de tratar.
Pero aquí está el problema de no hacer el diagnóstico tan pronto como sea clínicamente evidente. El TLP es un trastorno psiquiátrico grave y complejo. Si no recibe tratamiento, una persona con TLP tiene una probabilidad de uno de cada diez de cometer suicidio. Las personas que sufren de TLP pueden sentirse profundamente miserables, tanto que preferían morir antes que tolerar su sufrimiento. Esquivar o equivocarse en el diagnóstico del TLP es como si otra cosa prolongara el sufrimiento de los niños y sus familias. Esto puede contribuir a un ciclo de múltiples hospitalizaciones y a veces probar medicamentos innecesarios o injustificados.
Dos cosas son absolutamente claras. En primer lugar, los adultos con TLP casi siempre reconocen que sus síntomas y sufrimiento comenzaron en la niñez o adolescencia. En segundo lugar, algunos adolescentes tienen síntomas que son tan consistentes con el TLP que sería inmoral no hacer este diagnóstico y tratarlos en consecuencia.
Los médicos que no están dispuestos a hacer este diagnóstico en adolescentes lo hacen una vez que se enfrentan a las investigaciones recientes, que han determinado que las condiciones necesarias para el desarrollo del TLP se encuentran en los genes del bebé, en el temperamento de los niños pequeños después del nacimiento y en el entorno en el que el niño es criado.
El TLP en adolescentes por lo general se distingue por las siguientes cinco características:
• Los adolescentes con TLP a menudo presentan una desregulación en el comportamiento. Es común que se lesionen ellos mismos, con frecuencia cortándose, para tratar de mejorar la regulación de sus emociones. Otras formas de autolesiones incluyen el quemarse con cerillos, encendedores y metales calientes, marcarse, picarse las cicatrices, perforarse (piercing) extensivamente en todo el cuerpo, golpearse la cabeza y golpear paredes. Los adolescentes con TLP suelen decir que las autolesiones quitan el dolor emocional y lo transforman en dolor físico o que cuando ellos se sienten emocionalmente paralizados o muertos las autolesiones les hace sentirse vivos o por lo menos sienten “algo”. Algunos investigadores están tratando de ver si las autolesiones liberan opiáceos naturales del cerebro que puedan proporcionar un sentido temporal de bienestar.
La impulsividad es otro problema del comportamiento de los adolescentes con TLP. Los padres a menudo describen al adolescente como si estuviera actuando “sin pensar”. Esto incluye la promiscuidad sexual y el abuso de sustancias.
• Los adolescentes con TLP normalmente sufren por problemas en sus relaciones interpersonales con profundos temores de abandono, conduciéndolos a tener relaciones caóticas para tratar de lidiar con este temor.
• Con frecuencia tienen dificultad para regular sus emociones y durante sus citas para tratamiento presentan problemas para controlar su ira, o muestran estados de ánimo muy reactivos. Pueden parecer perfectamente felices en un momento y volverse rápidamente explosivos, profundamente tristes o agitados para inmediatamente volver a parecer con una tranquilidad absoluta.
• A menudo hay una desregulación cognitiva tal que el adolescente con TLP puede tener creencias paranoicas e irracionales. Una creencia común es que no se les ama, o que van a ser abandonados, a pesar de no tener evidencia alguna que apoye estos pensamientos. Esta creencia puede resultar tan agotadora que los adolescentes llegan a creer que terminarán solos para el resto de sus vidas.
• Por último, hay una auto desregulación donde los adolescentes suelen confundirse acerca de su propia identidad, sus sentimientos y valores. Aunque los adolescentes normales a veces comparten estas características, los adolescentes con TLP y sus familias reconocen que a veces son tan carentes de un sentido de sí mismos que toman las características de las personas a su alrededor, casi apropiándose de sus identidades. Los adolescentes con TLP a veces también sienten una profunda soledad, vacío o aburrimiento.
Además, adolescentes con TLP suelen tener relaciones inestables con sus padres y con sus amigos “cercanos”. Sienten mucho coraje, la mayoría de las veces como respuesta a problemas en las relaciones. Describen sentimientos de vacío y temores de ser abandonados o mal entendidos por las personas que más aman. A menudo reconocen que sienten las cosas más profundamente y por más tiempo que la mayoría de sus compañeros. Se puede diagnosticar el TLP en adolescentes cuando los rasgos adversos o autodestructivos son persistentes, penetrantes y que empeoran con el tiempo.
Por naturaleza, la personalidad de los adolescentes aún está en desarrollo y cambia con el tiempo. Los síntomas mencionados, junto con una impulsividad autodestructiva, como tener encuentros sexuales irresponsables, desenfreno al comer, abuso de sustancias, conducción temeraria y las autolesiones no son características de un adolescente normal en desarrollo.
Fuente: “Borderline Personality Disorder in Adolescents” Blaise A. Aguirre, Fair Winds Press, 2007.