Estamos oficialmente en plena 'operación bikini'. Han llegado los primeros días de calor y, de repente, se multiplican las visitas a la playa. Quien más, quien menos, empieza a plantearse qué aspecto tendrá en bañador este verano y se apunta urgentemente al gimnasio o sale a correr en cualquier momento del día. Todo vale con tal de lucir un mejor tipo. También, en estos días, se buscan dietas milagrosas, maneras de perder el peso rápidamente, o de mantenerlo sin privarse de ciertos placeres.
Y es ahí donde no dejan de aparecer novedades. Al Instituto de Obesidad le preocupa especialmente una. Se trata de la drunkorexia, una enfermedad que mezcla la anorexia con el alcoholismo, y por la que sus afectados cambian las calorías de la comida por la que aportan las bebidas. En definitiva, se trata de reemplazar la paella por las copas. Y este instituto señala en concreto a los jóvenes y a su decisión de no ingerir alimentos "con el objetivo de poder beber alcohol sin aumentar de peso".
Todo parte de la creencia de que las calorías no ingeridas por los alimentos tradicionales se compensarán con las de las bebidas alcohólicas. Y parece que a lo que no se quiere renunciar es al alcohol, a las 110 calorías de una lata de cerveza o a las 200 de un combinado. En una dieta, quedarse sin cervezas o combinados con alcohol para muchos es peor que renunciar a la hamburguesa o el filete. En el caso de las mujeres, la repercusión de un pensamiento como éste trae peores consecuencias.
¿Por qué? Porque el hígado femenino sufre más por el alcohol, aunque tome menos y en un espacio de tiempo más corto que el hombre. Según los datos del Instituto de Obesidad, la sangre de una mujer absorbe entre un 30% y un 50% más de alcohol que el hombre si beben la misma cantidad. Sus corazones son también más vulnerables, y con un 60% menos de alcohol pueden padecer la misma cardiopatía.
Desde el Instituto de la Obesidad, afirman que la tendencia a dejar de comer durante horas o a lo largo de la jornada y compensarlo con alcohol se está extendiendo. Son las mujeres jóvenes las que más están cayendo en la drunkorexia, y por eso conviene advertir sobre los problemas a largo plazo que se pueden generar con esta práctica. No todo vale para la 'operación bikini'.