Según refieren, metiéndome en su mundo interno en la medida en que sus defensas lo dejan, observo algo así:
Una fría mañana de invierno, donde no hay esperanzas, donde el llanto es incontrolable y repentino, donde la pena está como un garfio en el corazón aguardando el mínimo estímulo para clavarse la persona no se encuentra. Una cama, mantas donde abrigarse del mundo y una salida efímera del mundo. La persiana bajada, la televisión agotada, el cigarro entre los labios y la tos del constipado invernal. Dolor de cabeza, tristeza, pesadumbre y el cuerpo pesado.
No sé si puedo dar buena cuenta del sufrimiento que lleva a lesionarse pero la autodestrucción se da en muchas facetas, desde el autosabotaje hasta negarse el derecho a vivir mejor por creer no merecerlo. Todas estas falacias son verdades incontestables y quien se atreva a cuestionarlas puede pasar a ser un gran enemigo porque el corazón está ultrajado y quemado, lleva mucho recorrido en el sinsabor.
Ahora sólo queda seguir "igual" porque no hay posibilidad de mejoría, los psicólogos son charlatanes que no me comprenden ni me han comprendido y los psiquiatras me han drogado hasta dejarme "estupidizada". Creo que voy a dejarme ir, me echaré en la cama, una suerte de muerte simbólica donde se pone la oscuridad.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y PsicoterapeutaTeléfono: 653 379 269